domingo, 8 de octubre de 2017

La cultura es de todos

La cultura es eso que día a día todos y cada uno de los ciudadanos construimos. De hecho el término cultura se desprende de cultivar. Podemos decir, entonces, que cultura es lo que todos nosotros sembramos, cosechamos, consumimos, reciclamos y/o desechamos. Todos: usted, yo y toda persona que vive en el mismo lugar que nosotros. Por esto mismo es necesario entender que la cultura es de todos y para todos. Dadas nuestras condiciones de gobierno, hay instituciones que administran, gestionan y distribuyen el quehacer cultural en nuestro Estado: esa es la función de Conarte, por un lado; TV Nuevo León y la hoy secuestrada Radio Nuevo León, por el otro. Y en teoría esto así debe ser dado que el fiel reflejo de la cultura se aprecia claramente en quienes la representan: principalmente sus artistas e intelectuales. Obviamente y a fuerza de razón, la burocracia cultural la administra, gestiona y distribuye, guiada por un concejo ciudadano: es decir, la creación cultural corre a cargo de artistas e intelectuales y la administración cultural corre a cargo de la burocracia cutural. El gobierno verifica que las decisiones tomadas en función de la cultura sean congruentes, justas y distributivas; es decir, que todos los ciudadanos tenemos el mismo derecho a gozar de las manifestaciones culturales locales, nacionales e internacionales. De la misma manera todos y cada uno de los ciudadanos tenemos el mismo derecho a estar informados con puntualidad y transparencia de cada una de las decisiones que todo órgano gubernamental tome. Si esto es así con cada uno de los órganos de gobierno, con mucha mayor razón lo es con el ramo de la cultura. Así funciona un Estado en el cual reina la democracia. Hasta aquí todo es claro y congruente, al menos en apariencia. Obviamente, apariencia y realidad son cosas que frecuentemente se confunden; en ocasiones por accidente; otras por acciones deliberadas con fines específicos. Veamos más a detalle estas diferencias.

Nuestro Estado goza de un carácter democrático en sus elecciones gubernamentales. Así lo dicta, por lo menos, la última elección a gobernador, en la cual el c. Jaime Rodríguez Calderón ganó notoriamente por unanimidad en las elecciones celebradas en 2015. Para no dejar el tema en cuestión, dejamos de lado la congruencia de las promesas y declaraciones de Rodríguez y las decisiones que éste ha tomado desde que funge como gobernador. En el ámbito de la cultura en general y la radio en particular, en abril de 2016 Osvaldo Antonio Robles López fue nombrado por Jaime Rodríguez como titular de la Dirección de Televisión Estatal y Radio Nuevo León, luego de la renuncia de Luis Yermak Torres al puesto mencionado. Ahora bien: ¿Quién es Osvaldo Robles? Egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, con 17 años de experiencia trabajando en el medio periodístico, 16 de ellos para el periódico el Norte, del grupo Reforma y un año como director de enlace y prensa de la Coordinación de Comunicación Social del gobierno de Nuevo León, antes de su último nombramiento. Resulta curioso notar que un reportero del periódico El Norte sea nombrado director de enlace y prensa de Coordinación de Comunicación Social de nuestro Estado, principalmente en la inteligencia que su experiencia previa es como reportero de un medio privado. Reportero, no director. Medio privado, no público. Y lo que es más: reportero del único medio que deliberadamente ha tomado la línea del gobernador, es decir, de Jaime Rodríguez, "El Bronco". Es justamente bajo la dirección de Osvaldo Robles que se comienzan a realizarse contrataciones de personal cuyos intereses son por completo ajenos a la voluntad general del rubro cultural del pueblo: la traslación de Gricel Contreras del 1510 de AM al 102.1 de FM; la inclusión de Olga Nelly García con un programa de superación personal en una radio cultural. Por último la pretensión de convertir a Radio Nuevo León en un organismo público descentralizado para facultarle a, entre otras cosas, contraer deuda. Dadas todas estas nuevas implementaciones, cabe la pregunta: ¿Qué está ocurriendo con la radio cultural de nuestro Estado? A todos estos incidentes se suma la gota que derramó el vaso: implementar una nueva estación, llamada Radio Libertad, en la frecuencia que pertenece a Radio Nuevo León (102.1), propiedad de todos y cada uno de los neoloneses, al servicio de toda la comunidad neolonesa. Conocemos ya la migración de Opus del 102.1 de FM al 1510 de AM y crear a vapor contenidos que en su mayoría no existían en el 1510 de AM bajo el nombre de la recién creada Radio Libertad.

El gremio artístico e intelectual inmediatamente prendió los focos de alerta y reclamó, en su legítimo derecho, el regreso de Opus al 102.1 de FM con todos sus contenidos originales. Sin embargo, en afán de proseguir con esta iniciativa y tratar de rezarcir el daño ya ocasionado a la cultura de Nuevo León, no solamente se dejó a Radio Libertad en el 102.1 de FM y Opus en el 1510 de AM, sino que se contrató personal extra para enmendar el grave error cometido. Y cerrando con broche de oro, las nuevas decisiones que se han tomado en Radio Nuevo León: contratación de quien fuera la voz en off del programa de multimedios "Acábatelo" para grabar los nuevos promocionales; Gerardo López Moya y Armando Alanís Pulido contratados para difundir programas culturales en radio Libertad. Estas decisiones con la finalidad de mostrar que Radio Libertad es una radio que aboga por la cultura. Bien, un individuo que acepta trabajar en el programa "Acábatelo": qué decir, entonces, de la calidad del programa en cuestión, tan vulgar como teibolera de la Paloma; mucho menos cuestionar la seriedad y profundidad de los formatos poéticos de Alanís, vendiendo un producto cuyo formato (generalmente copia de frases de algunos poetas y otros pseudopoetas pintadas con letras negras sobre fondo blanco de bardas distribuidas por toda la ciudad) que prometía ser cultural como promocional para restaurantes o bares de moda: "Ayer me enamoré de la alcachofa", slogan para la cantina "La Nacional" o el estatus en el cual se mantiene la credibilidad de López Moya como un comunicador de la cultura. Definitivamente, cada persona hace de sus productos lo que desee; pero incluirlos en la cultura es un gravísimo error de omisión.

Edgar Leal