viernes, 28 de septiembre de 2018

Fragua la historia con Crisol: Lezama en MAIA Comtemporary

“Ando entre las imágenes de un ojo
desmemoriado. Soy una de sus imágenes.
El fresno, sinuosa llama líquida,
es un rumor que se levanta
hasta volverse torre hablante.
Jardín ya matorral: su fiebre inventa bichos
que luego copian las mitologías”.
Octavio Paz

El tiempo se manifiesta en ese rodar meta-lógico de nuestros signos: de frenesí como de palidez; de vida y muerte, ya que la muerte se muestra en vida, en esa vida que ve lo otro. Así es como se forma la historia: el vaivén de escenarios, mostrados en forma y color, que respiran como un diálogo. Historia de un país -nuestro México- que urgente llama a despertar de un letargo en el que por muchos años hibernó una legitimidad secuestrada, despojada de figuración: esa figuración que determina, sin lugar a dudas una articulación, motor de la creación artística.

Tiempo como representante de lo ocurrido y lo porvenir: cumpliendo 20 años como pintor y 50 de vida. Y la cifra no es fortuita si atendemos al momento de nuestro país: un cambio anunciado, pero que de pronto muestra lo inesperado, pues lo inesperado es justamente el signo inequívoco del cambio en la historia. Daniel Lezama toma su experiencia como pintor y la impulsa apostando la vida en una carta totalmente nueva: con un dominio material indiscutible, suelta la pintura académica para lanzarse a una meta cuyo camino no conoce, pero que sabe que es el camino a seguir: la identidad. Y no se puede buscar identidad en el camino andado, sino en el que se distingue como propio. La fusión de elementos en donde la naturaleza y el artificio tejen el entramado de las mil voces de la compleja sociedad mexicana, en donde el hacha y las tijeras se muestran a nosotros como un espejo de símbolos que confiesa sus rasgos como nuestros, personificados en el artista, quien al mismo tiempo pone sobre la mesa el problema de la identidad: ¿quién soy soy? ¿Hacia dónde me dirijo? Gesto propio que deviene necesariamente universal, dado que México está volcando su existencia entera en esta puerta de transición al nuevo México, a su ser en la maduración. Esa necesidad de la presencia es signo y seña de una repetición que habla ya emancipada, pues la re-petición, en su reincidencia, toma por fin un curso evidentemente ajeno a sus momentos anteriores: la cara del mexicano, esta última etapa de la producción de Lezama.

Conductores (panel derecho)
2016
Óleo sobre lino
320 x 240 cm.
Colección del artista

Conductores (panel central)
2016
Óleo sobre lino
320 x 240 cm.
Colección del artista

Una pintura de formatos monumentales, en donde es posible dejar fluir los rasgos que encerrados, constreñidos, precisan amplitud espacial para albergar el paisaje abierto, olvidado por la institución de nuestro mundo artístico por mucho tiempo. Ese paisaje, venas abiertas de la unidad que constituye México, en una multiplicidad de símbolos: la mujer, quien sin su participación no accionaría nuestro engranaje social, tan mestizo como el artista, tan híbrido como La Fábrica, esa construcción de época porfiriana en la faldas del Iztaccíhuatl, cuyos vestigios nos muestran una fusión de lo antiguo y lo nuevo, la ruina y el progreso, lo europeo y lo mexicano, muy presente en la obra de Lezama. La exhibición consta de 23 piezas entre pinturas, esculturas y monotipos. Y así tiene que ser, pues a la manifiesta formalidad de la pintura se suma la incursión en lo tridimensional -que expone por primera vez- y la tradición de la potencia en el dibujo, gesto de sujeción a nuestra historia, signo de este nuestro mestizaje, que con todo el peso de la palabra lleva su nombre: Crisol.

Edén
2012
Óleo sobre lino
145 x 112 cm.
Colección del artista


Crisol de razas y de aconteceres: crisol de tiempo, ya que, en palabras de Aristóteles, la diferencia entre la historia y el arte está en que “uno -la historia- dice lo que ha sucedido, y el otro -el arte- lo que podría suceder”. Es por eso que el decir del artista deba ser un decir abierto, un universo de símbolos propios que muestran en las cicatrices particulares las cicatrices de toda la humanidad, de todos los momentos: ver a las mujeres en los enormes lienzos de Lezama es ver a la mujer mexicana de anteayer y la mujer de mañana; a la más cosmopolita empresaria y a la indígena, todo en un gesto arrancado del imaginario genuino, aquel que no precisa de modelo, pues en este caso el modelo imaginal está en ese universal que se cristaliza en este momento exacto, que se vuelve uno con nuestra actualidad, lance del artífice que derrama el autorretrato interno y lo exterioriza en todos los mexicanos. Este momento decisivo del artista es, definitivamente, el momento decisivo de la nación, hoy aún desterrada del museo institucional y aterrizada en una galería cuya arquitectura traza un arquetipo de este mestizaje, tan europeo como mesoamericano. Expresividad de una desnudez que aún percibe reticencia por parte de la recién creada Sercetaría, pero que encuentra cauce en la nueva cara del recinto artístico, expuesta en MAIA Contemporary, ubicada en Colima 159, colonia Roma Norte, en CDMX hasta el 4 de noviembre.

Edgar Leal










martes, 28 de agosto de 2018

El estar mal de la cultura: Caso Opus

Valga este título para representar una situación muy peculiar por la que pasa nuestra cultura regiomontana -llamémosle, no sin cierta licencia, psique social. No nos detendremos en pormenores históricos: los judíos sefardíes, pilares de nuestra historia -solo la historia conocida- y originadores del sistema semifeudal que vive Monterrey; si Bernabé de las Casas era tinerfeño (nativo de Tenerife), con marcados rasgos mulatos o si fray Servando y Alfonso Reyes sean los únicos próceres universales de nuestra cultura en los 422 años de existencia de Monterrey desde su fundación, en 1596. Hablemos, pues, del presente inmediato y lamentablemente la situación más deplorable que ha tenido como cultura en todo su haber, tanto en sus desarrollos artísticos como en la condición de sus instituciones culturales, así públicas como privadas. Y como si fuera la firme intención de la cultura –aunque no toda, sí una gran parte– esta se muestra cada día más golpeada, como si a cada momento perdiera un poco más seriedad y dignidad. Y el asunto se vuelve de una gravedad insostenible cuando las caras de todas las instituciones culturales, simultáneamente, cometen los más graves errores; peor aún: frente a los ojos de los regiomontanos.

Casi como si sonara a una extraña paradoja, una de las armas más poderosas usadas contra la cultura regiomontana a lo largo de su historia reciente ha sido justamente la llamada “cultura del trabajo”, de la cual el habitante regiomontano promedio ha sido una feliz víctima: en su gran mayoría empleados de alguna empresa, no tienen tiempo para pensar en el desarrollo humanístico. Y aquí comienza la gran paradoja: una megalópolis, cuyo asombroso flujo de dinero no se corresponde, ni por muy lejos, con el desarrollo de sus expresiones artísticas, humanas y culturales en general, ¿es posible? ¿Acaso -preguntará el ciudadano promedio- deben tener alguna relación ambas caras de la sociedad? El empresario y el artista, dos personajes contrastantes de cualquier entorno social, ¿guardan algún parentesco? ¿Cómo se mide esta proporción? Efectivamente, hay modos muy puntuales de realizar estas mediciones. También efectivamente, una es signo y reflejo de la otra, siempre desde la base que hace posible cualquier desarrollo social: el capital. Y el manejo de este curioso elemento básico es idéntico en ambos campos. Baste la mención, para comenzar, del gran orgullo que siente el regiomontano promedio del comportamiento social: siempre defendiendo la imagen del buen trabajador, que no tiene oportunidad de “perder el tiempo” reclamando sus legítimos derechos; mucho menos tendrá tiempo para aquello conocido como “ocio digno”; es decir: las expresiones artísticas y del pensamiento. De ninguna manera: eso es para los desquehacerados del centro y sur del país. Difícilmente el regiomontano se dará a la tarea de preguntarse cómo, porqué y desde cuándo Monterrey es la ciudad de las riquezas: es menester enterarse que no hace muchos años y por no muy decentes modos, los primeros grandes regiomontanos comenzaron a producir cantidades impresionantes de dinero, siendo que antes su tierra apenas tenía importancia como ciudad, quedando incluso debajo de Saltillo, por dar un ejemplo.

Así es: el capital como fuente primigenia del carácter de una cultura. El problema no es este principio del desarrollo de toda sociedad, -no existe otra manera de lograr el desarrollo de una sociedad- sino los modos en que este capital es producido, empleado y, lo más importante: las intenciones con las que se construyen sus finalidades. Así como se ha inculcado de una manera asombrosa ese orgullo por lo que no se tiene -estaremos de acuerdo en que la gran mayoría de los habitantes de Monterrey no tiene cubiertas todas sus necesidades en comparación con la cantidad de dinero que circula- es que también se ha ido adaptando este mismo discurso local al avance histórico de la sociedad global: la posmodernidad y la era postindustrial. Y los rumbos que estos movimientos generan se vuelven alarmantes hasta el escándalo: una cultura cegada históricamente, de pronto se vuelve un vil señuelo, un burdo engaño, a sus habitantes: el tratamiento de la llamada posthistoria. Es urgente entender que no podemos hablar de posthistoria sin dominar la historia; es tan absurdo como querer correr cuando apenas se está aprendiendo a gatear. No es sencillo hacerlo evidente cuando se está dentro de la vorágine; sin embargo, con la ayuda de las sentencias de Baruch Spinoza, célebre filósofo holandés del siglo XVII -y ciertamente judío sefardí, igual que nuestros ilustres fundadores de Monterrey- podremos apreciarlo con más claridad.

Para Spinoza, la certeza en la apreciación de las cosas que conocemos -entendemos esto como comprender cabalmente nuestro entorno- depende de tener una idea clara de las cosas que estamos viendo y que, de algún modo, nos quieren mostrar. Digo y reafirmo “nos quieren mostrar” por la sencilla y contundente razón que el signo -todo aquello que funciona para lograr el entendimiento entre los individuos, las instituciones y las sociedades- requiere, para existir, de dos elementos: invención y convención. Entendemos por invención cuando un individuo, de un modo más o menos arbitrario, enuncia la existencia de algo; así como tendremos por convención cuando ese algo de lo que se habla es aceptado por el resto del universo implicado. Esto es: para que exista un signo, es necesario que alguien lo enuncie y el resto lo asuma. De ahí que los semiotas y los estudiosos del lenguaje afirmen que el signo es convencional y arbitrario. Arbitrario porque alguien -persona o grupo- lo instituye; convencional porque el resto de las personas acepta su uso y sus funciones. Del uso que se aplique para los fines previstos es que sus resultados se apreciarán por los miembros del universo cultural.



Regresando a Spinoza, dice este que el entendimiento funciona de acuerdo a la apreciación de las ideas, comprendiendo como idea todo asunto o cosa que pueda cruzar por la mente y con miras a ser compartida y dilucidada. Existen, pues, para Spinoza y el spinozismo, ideas falsas, ficticias, ilusorias y verdaderas; cada una tiene su explicación. Comencemos, pues, con la que más se ajusta al texto que nos tiene aquí: el caso de Opus y Radio Libertad, el cual veremos detalladamente a continuación. Explica, pues, Spinoza, que la idea falsa “implica el asentimiento; es decir… que, al presentarse a la mente las representaciones, no se le presentan las causas por las que ella puede colegir” (Spinoza, “Tratado de la Reforma del Entendimiento”, p. 102, Alianza Editorial, Madrid, 1988). Dicho con otras palabras, una idea falsa es todo aquello que se pueda presentar a la mente sin que se muestren ni entiendan las causas que la originaron. Y aquí comienza una de las gravísimas fallas que están resquebrajando a la cultura de Monterrey: hace poco más de un año, Opus 102.1 FM fue, por decisión del gobernador de Nuevo León Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón y con un aviso al público de dos días de anticipación, deliberadamente removida para pasar a sintonizarse en el 1510 de AM, quedando en su lugar la hoy conocida como “Radio Libertad”, propuesta por el gobernador en cuestión; es decir: se procedió a su virtual y paulatina desaparición. A raíz de este suceso se formó el grupo “Opus” en pos del regreso de Opus a su frecuencia original: 102.1. Desde su primera aparición en calidad de protesta en la Explanada de los Héroes el domingo 30 de julio de 2017 hasta la fecha, el grupo se ha manifestado para exigir el regreso de Opus y la migración de Radio Libertad a cualquier otra estación, de AM o FM, que implique el respeto a Opus en la 102.1 de FM. No bastando la insistencia institucional en dejar Radio Libertad, tras diversas reuniones con autoridades de TV y Radio NL, así como con el gobernador Jaime Rodríguez y con Manuel González -gobernador interino mientras Rodríguez se encontraba en campaña para contender por la presidencia de México- Radio Libertad se quedó en 102.1 de FM, dejando a Opus en 1510 de AM. A partir de octubre de 2017 se hizo caso omiso a las exigencias del grupo “Opus”, que realmente representa a la cultura neolonesa, pues se trata de un grupo que ejerce una protesta ciudadana hecha por ciudadanos. Sin embargo, desde hace varias semanas se han logrado reanudar las charlas en torno al asunto, aunque esta vez se ha invitado al grupo “Opus” a discutir la pertinencia del regreso de Opus a FM y la migración de Libertad a cualquiera otra estación ajena al 102.1 FM.

Gerardo López Moya, locutor del programa de radio “Taller Abierto”, de Radio Libertad, fue el encargado de recibir a distintos miembros en representación del grupo “Opus”: Oscar “Zensei” González, José Luis Rodríguez, Héctor Leal y un servidor, en una primera reunión, para discutir los desacuerdos. Detalle interesante fue un comentario emitido por López Moya: “Hay falta de representatividad”, queriendo decir con esto que el grupo “Opus” no tiene representatividad: y es justamente la falta de representatividad lo que acusa tal afirmación: no acudió al programa el gobernador y, aunque Osvaldo Antonio Robles López, director de TV y Radio NL nos acompañó -desde afuera de la cabina- no intervino esa primera ocasión. No es necesario mencionar que López Moya no tenía una idea clara de los detalles de la protesta: no ha asistido los domingos y por el tono de las preguntas que realizó, ni sabe ni le interesa saber qué es lo que ocurre; antes bien, a juzgar por la calidad de sus comentarios, tenía instrucción de simplemente desacreditarla por todos los medios posibles. Hubimos de aplazar la discusión a la siguiente semana -7 de agosto- para reanudar el diálogo, esta vez con ciertos cambios: un servidor no pudo asistir; estuvieron, en cambio, Héctor Leal, Oscar “Zensei” González, José Luis Rodríguez y Javier Castillo, todos miembros activos del grupo “Opus”. Destaca la asistencia, esta segunda ocasión, de Osvaldo Robles, quien -ya mencionamos- es el director de Radio y TV NL, así como Cuitláhuac Quiroga Costilla, conductor del programa “La Raya del Vértigo”, que se transmite los lunes de 18:00 a 19:00 horas y Genaro Saúl Reyes Calderón, quien conduce el programa “35 milímetros” los viernes de 18:00 a 19:00 horas, así como co-conduce al lado de Gerardo López Moya el programa “Todo cabe en un jarrito” los jueves de 13:00 a 14:00 horas, todo desde las filas de Radio Libertad. Es importante mencionar que tanto Cuitláhuac como Genaro Saúl son reconocidos intelectuales en el ámbito cultural de Nuevo León y tienen una colaboración activa en Radio Libertad. Sorprendió la inesperada invitación, por parte de López Moya, de ambos personajes, sobre todo en la inteligencia de su prestigio intelectual, contrastando terriblemente con el propio de López Moya: no es lo mismo famoso que talentoso. Entonces, las cosas tomaron un tinte distinto ese 8 de agosto: comenzando por las declaraciones tanto de Cuitláhuac como de Genaro Saúl, quienes parecían estar dictando cátedra al respecto de qué es y qué no es cultura. Y es verdaderamente admirable el desempeño de ambos, principalmente cuando se trata de tergiversar el sentido de las cosas con la finalidad de justificar las acciones injustificables. Y es aquí que acudimos de nuevo a Spinoza para que nos ayude a desentrañar la definición de las ideas ficticias, pues estas se forman cuando, tras afirmar una ficción, dar a esta en calidad de certeza para pasar a otra cosa, haciendo uso de argucias retóricas para que esta ficción pase por verdad y evitar así cualquier cuestionamiento: “Quizá alguien piense que la ficción tiene por límite la ficción y no la intelección, es decir, una vez que he fingido algo y, haciendo alarde de cierta libertad, he afirmado que existe así en la realidad, eso hace que no pueda después pensarlo de otra forma”. Procediendo mediante argumentos de este tipo, no es difícil dar «gato por liebre» a la hora de emitir una planteamiento bajo el supuesto de una mejora, no en la calidad de la radio -indiscutiblemente bajó la calidad en los contenidos que transmite Radio Libertad en comparación a los que transmitía Opus- sino en su carácter de “inclusión”, ese tema que ha sido objeto de los más acendrados debates en los últimos tiempos: “Pero en sí la cultura es un todo: todo aquello donde quede registro del ser humano es cultura” argumentó Genaro Saúl en el minuto 16:45. A esta afirmación cabe responder que efectivamente es cierta; sin embargo, es menester considerar la intención bajo la cual se afirma dicha frase; en pocas palabras, “todo aquello donde quede registro humano” es una afirmación tan elástica que se puede usar para corroborar, en el sentido estricto de la palabra, cualquier cosa, sea verdad o mentira. O como dijera Umberto Eco en su célebre libro “Tratado de Semiótica General”: “La semiótica se ocupa de cualquier cosa que pueda CONSIDERARSE como signo. Signo es cualquier cosa que pueda considerarse como substituto significante de cualquier otra cosa. Esa cualquier otra cosa no debe necesariamente existir ni debe subsistir de hecho en el momento en que el signo la represente. En ese sentido, la semiótica es, en principio, la disciplina que estudia todo lo que puede usarse para mentir… Si una cosa no puede usarse para mentir, en ese caso tampoco puede usarse para decir la verdad: en realidad no puede usarse para decir nada”. (Eco, Umberto, “Tratado de Semiótica General, p. 22, 5ª edición, 2000, Ed. Lumen, Barcelona, España). Es de sorprenderse que un intelectual con tal prestigio en el ámbito académico y mediático tenga esas desafortunadas intenciones con la finalidad de confundir a sus interlocutores, así como convencer a los radioescuchas que está diciendo la verdad. Y regresando a nuestro filósofo Spinoza, podemos decir con él que “…cuanto menos entiende la mente y más cosas perciba, mayor poder tiene de fingir, y cuanto más entiende, más disminuye ese poder… mientras pensamos, no podemos fingir que pensamos y que no pensamos, así también, una vez que hemos conocido la naturaleza del cuerpo, no podemos fingir una mosca infinita… Por ejemplo, una vez que he fingido (por hablar como ellos) que la naturaleza del cuerpo es tal y he logrado persuadirme, usando de mi libertad, que es realmente así, ya no puedo fingir, por ejemplo, una mosca infinita…”. Dicho con nuestras palabras, hablando en la inteligencia de una intención clara y honesta, no sería posible afirmar que “la cultura es todo”: esto es equivalente a decir que la cultura es nada. Es precisamente por afirmaciones como esta que la idea de inclusión toca, políticamente, los más ridículos absurdos por los cuales pasa la cultura global. Que un especialista en lenguaje juegue con estas afirmaciones solo da lugar a que estas sean consideradas como un deliberado embuste.

Para continuar con nuestro entendimiento de las ideas ficticias, tenemos las declaraciones de Cuitláhuac, quien manifestó en el minuto 11:40 “En la medida en que construyamos medios más democráticos, más incluyentes y más participativos, donde también se encuentren las deliberaciones y las disidencias, en esa medida reflejamos más el ambiente democrático del Estado… Entonces, si el debate es si es incluyente o es incluyente esta propuesta… en esta importante marca que se llama Libertad, pues creo que no ha lugar, porque la propuesta que tenemos ahora es una propuesta que escuchó a todos, es una propuesta que incluye a todos y es una propuesta que siempre piensa por todos”. Aquí estamos frente a una argumentación más sutil, aunque de fondo mucho más engañosa: es lo que los oradores retóricos medievales llamaban Petitio principii o “Petición de principio”: esto ocurre cuando la conclusión del argumento se encuentra implícita entre las reglas: “En la medida en que construyamos medios más democráticos, más incluyentes y más participativos, donde también se encuentren las deliberaciones y las disidencias, en esa medida reflejamos más el ambiente democrático del Estado”… un momento: fue precisamente el gobernador quien, como representante del Estado, tomó deliberadamente y sin consulta alguna la decisión de migrar Opus a AM. Al parecer la falacia la encontramos justamente en la pregunta: ¿qué es, entonces, lo democrático? La decisión de migrar Opus, definitivamente no. Ahora bien: podemos entender -nunca justificar, sino solamente entender- que el gobernador haya ejecutado el arbitrio de imponer Libertad en el 102.1 FM y, para hacerlo, migrar Opus al 1510 AM; sin embargo, bajo absolutamente ningún argumento podemos entender esa decisión como democrática: ¿quién puede afirmar falla lógica tan grande?

Es verdaderamente desalentador que intelectuales como los dos de quienes hemos hablado tengan la valentía de jugar con argucias retóricas con la finalidad de convencer: ¿cayeron en los más básicos errores lógicos? ¿En verdad están convencidos de tales afirmaciones? ¿Utilizaron su investidura con la deliberada intención de mentir? ¿Qué es lo que persiguen con tales declaraciones? Quizá sea la llamada “línea” política. Es bien sabido que en cualquier ámbito político, la meritocracia poco o nada tiene que ver con la jerarquía de algún puesto burocrático -trabajar en Radio Libertad es, por antonomasia, ocupar un puesto burocrático. Entonces: ¿están, tanto Cuitláhuac como Genaro Saúl, defendiendo su puesto en Radio Libertad, apoyando a su vez a Gerardo López Moya? Cabe mencionar que este último no tiene idea de lo que ocurre y si bien se ha desempeñado a lo largo de su trayectoria profesional como un reportero con actitud más bien prosaica, es un neófito de los estudios lingüísticos, a diferencia de Quiroga y Reyes; sin embargo, López Moya se esfuerza terriblemente por desacreditar la legitimidad del grupo “Opus” y de la protesta ciudadana que por más de un año hemos sostenido, domingo tras domingo, para regresar a la ciudadanía su legítimo derecho de cultivarse por medio de la estación. ¿Hay algo que no sepamos? Quizá yendo un poco más a fondo en el tema logremos desentrañar, al modo del investigador -pues, etimológicamente hablando, investigar significa algo así como despojar las vestiduras- algo que no sepamos.

Cuitláhuac funge como director de Tilde Editores, la cual ha publicado libros para la institución, tanto académica como gubernamental -particularmente la UANL y el Gobierno del Estado de Nuevo León. No se niega -en absoluto- su profesionalismo como editor de libros y conocedor de las letras. Antes bien, al contrario: es en virtud de su amplio conocimiento y la calidad de su desempeño técnico como editor que sabemos de quién hablamos. Lo verdaderamente desconcertante es darnos cuenta de las razones por las cuales ha participado en este deliberado intento por confundir a los miembros del grupo “Opus” mediante argumentaciones cuidadosamente construidas, pero en todo caso falsas: ¿se sentirá obligado a defender la legitimidad de Radio Libertad, aún a costa de arriesgar su prestigio como intelectual? Una respuesta afirmativa sería muy desafortunada. Por su parte, Genaro Saúl, quien trabajó durante muchos años como docente en el entonces Colegio de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL; un profundo conocedor académico en su ramo y con amplia trayectoria en crítica cinematográfica, así como buen reseñista de lucha libre, uno de sus pasatiempos favoritos y uno de los temas de cultura popular más destacables del universo cultural mexicano; este reputado intelectual, ¿qué motivos puede tener para caer, al igual que Cuitláhuac, en una circunstancia tan embarazosa como mentir abierta y públicamente, defendiendo lo indefendible? Sabemos que Genaro tiene muchos años colaborando en Radio NL, así como su historial de publicaciones le respalda en tanto escritor y pensador. ¿Qué le apremiará a arriesgar su historial y la seriedad de su imagen? Entonces y dadas las circunstancias, entendemos que no será difícil ir contra toda regla para intervenir un horario que por ley es designado a la transmisión de los valores culturales, tanto nacionales como estatales, los domingos de 22:00 a 23:00 horas, es decir: la Hora Nacional. Sí: Genaro Saúl Reyes ha tomado -en diversas ocasiones- la decisión de intervenir en ese horario. ¿Qué autoridad, pues, le confiere tales permisos? A partir de su nombre: Genaro Saúl Reyes Calderón, es de muchos sabido entre el público general, así como de miembros de Radio NL en particular, que guarda una relación de parentesco con una persona en particular, cuyo nombre completo es: Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón… efectivamente, el actual gobernador del Estado de Nuevo León. ¿Será, entonces, que las intenciones que se ocultan tras un inocente programa de radio, en el cual se discuten puntos como inclusión, democracia y pluralidad, sean tan obscuras como la defensa de lo imposible solamente por conservar una jerarquía que absolutamente nada tiene que ver con el desempeño profesional, el talento y la dignidad? El mismo que Osvaldo Robles ha tenido que defender bajo los más absurdos argumentos, obligado desde su inexperiencia burocrática -después de trabajar dieciséis años como reportero e Instructor de periodismo en el periódico “El Norte” del grupo “Reforma”, en 2015 es llamado por Jaime Rodríguez para ocupar el puesto de Director de Enlace y Prensa de la Coordinación General de Comunicación Social del Estado de Nuevo León, para ser nombrado, en abril de 2016, como Director de Radio y TV NL. Retomo: sin ninguna experiencia burocrática y desempeñando un puesto de reportero en un periódico particular durante toda su carrera, de la noche a la mañana se le asignan tareas en el buró gubernamental. Presa fácil de un político con harta experiencia en las filas del PRI.

Y es el mismo Osvaldo Robles quien declaró en el programa del 8 de agosto, minuto 26:30 que “el gobernador convocó a un grupo de la audiencia de Opus a tener una reunión con él y a sentarse a dialogar: una mesa de negociación que estuvo presidida entonces por el maestro Manuel Yarto y con ellos se llegó a un acuerdo; esa mesa de diálogo que fueron muchísimas sesiones de muy largas horas… La mesa fue moderada por el presidente de Conarte, Ricardo Marcos y en esa mesa se acordó lo que hoy tenemos como programación en Libertad”. Es curioso notar que los miembros de “Opus” al programa “Taller Abierto” ignoraban esa reunión de la que Robles hacía mención; sin considerar que el doctor Manuel Yarto Wong -quien se desempeña como profesor-investigador de comunicación en la Universidad Regiomontana desde 1997- no pertenece al grupo “Opus”, así como el grupo desconoce su representación en el mismo. Es decir, ¿qué ocasionó que Yarto presidiera una reunión con el gobernador Jaime Rodríguez para acordar los -presuntos- términos en los cuales quedaría la impuesta Radio Libertad? Si consideramos que el mencionado acuerdo fue durante principios del otoño de 2017, debe existir alguna razón que le colocara en esa inventada reunión; más aún implicando a Ricardo Marcos, presidente de CONARTE, en la mencionada reunión. Buscando un poco, daremos con la información relativa a la entrega, por parte de la Asociación de Periodistas de Nuevo León “José Alvarado Santos”, del Premio Anual de Periodismo “Francisco Cerda Muñiz” 2017, en la categoría de Maestro Periodista, a Manuel Yarto Wong.





Cabe mencionar que la categoría de Maestro Periodista no existía hasta la edición del año en mención. ¿Un premio de generación espontánea? ¿A un profesor que, mágica y misteriosamente, sin pertenecer al grupo “Opus” se toma una licencia que no le pertenece, faltando con esto a toda ética del ejercicio y la investigación periodísticos? ¿Premiado tras un acto tan vergonzoso? Creo que hay algo -muchos algos- que definitivamente no cuadra(n). Sin embargo, las autoridades estatales lisa y llanamente se niegan a devolver ese tesoro que llevaba 27 años transmitiendo música genuina y con un contenido innegablemente enriquecedor, comentado por locutores que conocían a fondo cada tema que trataban, aterrizando al escucha en el contexto histórico, simbólico y social pertinente a cada pieza, opera o sinfonía que transmitían. Es simplemente incomprensible que, a lo largo de esos 27 años, apenas hubo algunos cambios en determinadas y puntuales partes de la programación, siempre respetando la estructura funcional de la estación, desde que se estableció; en contraste, Radio Libertad, a un año de su imposición -no es lo mismo que creación- va hasta este momento -oficialmente- en su pauta número 74; extraoficialmente, lleva más de 150 cambios y sigue sin tener pies ni cabeza. Evidentemente, los hechos hablan por sí solos. Y sea esta, dada la pertinencia, una respuesta clara a la pregunta: ¿porqué Monterrey ha tenido solamente dos pensadores universales en su historia, si las condiciones en su flujo de capitales debe dar para mucho, mucho más? Definitivamente Monterrey tiene suficiente cantidad de artistas e intelectuales de talla mundial. El enorme problema -lo cual constituye un estorbo para el desarrollo cultural- es que, por un lado, las autoridades parecen hacer un gran esfuerzo por no dejar brillar a nuestra cultura, mientras por el otro lado aquellos artistas e intelectuales que logran hacer contacto con la institución burocrática no tienen empacho en echar a perder su dignidad de profesionales artístico-intelectuales por unos cuantos pesos, hundiendo a su paso a aquellos que sí tienen todas las posibilidades para brillar y hacer brillar a nuestra tierra. Sea definida, pues, la realidad desde los elementos objetivos de la realidad.

jueves, 18 de enero de 2018

La rueda del tiempo
en los ojos de una nación cuadrada

Los mayores placeres de la vida son gratuitos; los segundos mayores placeres de la vida cuestan un dineral. Caminar es, a título personal, uno de los mayores placeres de la vida. Dejemos a un lado, por el momento, los motivos de salud relacionados con la caminata, ya que no es pertinencia de este escrito: el simple andar obliga observar detalladamente los cambios de perspectiva de las edificaciones cuando se transita por la ciudad; percibir los aromas del pueblo, adivinar los platillos que se cocinan dentro de las casas, sentir la inmensidad del ecosistema cuando se recorre el monte, el desierto, el bosque o la playa. Y lo más envolvente de caminar, aquellas cosas a las que nada les iguala: la observación y la contemplación. Mirar el mundo, consumirlo incesantemente mientras los ojos ubican todo; medir el espacio y sentirlo en su dimensión real con los oídos. Si se sube la brecha que lleva a la meseta del cerro de la Silla, en Monterrey, sentir cómo la hierba silvestre tapiza el suelo rocoso y el aire quema en las fosas nasales mientras el oxígeno parece reducirse; dejar que la hostilidad de su clima atraviese la piel y altere los sentidos en sus eternas circunstancias extremas o sobrevivir milagrosamente mientras se camina por sus calles hechas para todo menos para peatones, acaso con una milagrosa excepción de la calzada Madero. Perderse en cualquier paisaje boscoso de la jungla de asfalto, la vieja ciudad de hierro; observar el caballito de Sebastián que se posa como ombligo del complejo mercantil en el corazón de la avenida Reforma de la ciudad de México; convertirse en un elemento más del hormiguero que es la red del metro, ese metro que se sostiene milagrosamente con cables caducados hace ya muchos años; los vagones posados sobre llantas con más agujeros parchados que centímetros cuadrados de sus caras; vagones rosas cuyas ocupantes suelen ser más salvajes que reclusas de Santa Martha; calles de pavimento pesado como roca volcánica apisonada e interminables filas de coches que asfixian el ambiente. En Guadalajara, recorrer Chapultepec y sentarse un rato a sentir el fresco aroma a tierra mojada, sus paseantes aburguesados, quienes no sienten pena del uso terriblemente pobre de su léxico: para ser franco, en cualquier lugar de México se habla de modos vergonzosos, con un uso de muletillas y modos de expresión que asustan. En fin, toda ciudad tiene sus particularidades, tanto climáticas como culturales –que la cultura es, en el último de los casos, hija del ecosistema. Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Guanajuato, Pachuca, Oaxaca, Tuxtla Gutiérrez, Cancún, Saltillo, Hermosillo, Culiacán, Tijuana y un sinfín de pueblos, ciudades y algunas megalópolis ostentan, cada una, particularidades que enriquecen el carácter de una nación. Y en tanto nación, esta nación que está a punto del colapso por su pésimo desempeño político, el cual ostenta un partido revolucionario que es todo menos revolucionario, un partido de izquierda que es todo menos de izquierda y un partido de derecha que no se requiere y se disuelve en los otros dos partidos que sí son de derecha; mientras esos tres partidos –subrayo- que tienen partidos satelitales que funcionan ya bien como rémoras de los otros partidos, ya como renegados paladines solitarios en una labor quijotesca, inundan de propaganda el país, gastando desvergonzadamente y con un cinismo que bien llamaría la atención de Stalin, dinero del pueblo que puede y debe utilizarse en la atención de las necesidades de la nación; mientras la atención de los integrantes de esta misma nación se derrama en una absurda y obstinada lucha por politizar asuntos ya locales, ya personales, intentando globalizar una visión de pobres contenidos –veganos, feministas, lgbti, defensores de los animales, promotores mágico-míticos de fuerzas desconocidas, new agers y un larguísimo etcétera-, surge, necesaria y casi escondida en un rincón de nuestro universo cultural, una pregunta de primer orden: ¿Qué es esto a lo cual yo pertenezco, pero que parece a todas luces no existir? ¿Cómo entiendo yo una nación que hace todo lo posible –en cualquier ámbito- por no ser nación?
Desde los dirigentes, las clases políticas, los empresarios, los “godinez”, empleados burocráticos, pequeños empresarios, profesionistas especializados, independientes, informales, desempleados, estudiantes, amas y amos de casa, campesinos, obreros, inmigrantes que vuelven cada determinado tiempo, presos, enfermos mentales, desahuciados, artistas, intelectuales, científicos, filósofos; en fin, todos los brazos que componen el sistema nación, todos –al menos la gran mayoría- cargan con preocupación una inevitable pregunta en este presente más incierto que nunca: ¿Qué nos espera? ¿Cómo salimos de este hoyo en el que estamos sumidos y del cual parece no haber escapatoria?
Invariablemente de todas las respuestas posibles, una hay a la cual no es posible sustraerse y de la que brotan, disparadas como esquirlas de granada, una gran cantidad de cuestiones subsecuentes, una a una de las cuales iremos viendo puntualmente; una pregunta que se ha hecho ya en diversas ocasiones a lo largo de nuestra historia que ya sobrepasa los 200 años, sin encontrar una respuesta satisfactoria, pues ha podido más el interés personal que la preocupación genuina por la propia cultura. Octavio Paz, de quien se dice escribió el mejor tratado de nuestra nación, realmente ocasionó mucho más daño del que se pudo pensar: ¿cómo creerle a un individuo que siempre obró con la finalidad de mantenerse en la cúspide de una élite intelectual, desaprobando o simplemente ignorando los esfuerzos de todo artista o pensador que no perteneciera a su equipo? Amén de las propuestas propias de Paz –hay muchas circunstancias por las cuales sospechar que muchos de sus escritos no fueron suyos-, defender encarnizadamente a un partido que aplastó –y sigue aplastando- brutalmente el sentir de una nación durante tantísimos años, logrando como premio a su tenacidad obtener los puestos que a conveniencia ostentaba y haciendo un falso alarde de conmiseración a un pueblo que le admiraba por su vena poética, su elegancia y profundidad al escribir y su pretendida solidaridad con “los de abajo” –su polémica renuncia, en octubre de 1968, que fue en realidad “disponibilidad”, un recurso diplomático para no ejercer y seguir cobrando-, lo puso en un lugar privilegiado: no podía ser vituperado ni por los mandos gubernamentales ni por la sociedad civil, mientras, exiliado en la India para viajar posteriormente a Francia, dio declaraciones únicamente cuando vio su reputación amenazada por las rabietas de Díaz Ordaz. Un individuo de ese carácter ético simplemente no puede concluir una tarea por demás imposible si no modifica su metodología –cosa que le habría ganado la deshonra definitiva del PRI, lo cual, obviamente, no haría.
Si bien Octavio Paz inscribió en El Laberinto de la Soledad ensayos con miras a definir México y lo mexicano, le quedó muy grande –demasiado grande- el caballo: solo por considerar “El pachuco y otros extremos”, vemos a un escritor que ignora absolutamente el carácter cultural del rebelde protagonista de un choque étnico en una tierra que es su suelo, pero no su patria, cosa que necesariamente lleva al conflicto; así es que un pachuco pudo ser cualquier otra cosa menos eso que describe Paz. Acaso con reservas podemos aceptar algunas declaraciones en “La inteligencia mexicana”, por ejemplo; aún así, me pregunto ¿es esto la definición de México y lo mexicano? ¿Tan pobre es la visión del gran intelectual de México? ¿O en tan baja estima tuvo Octavio Paz a sus lectores? Paz ya terminó sus días y en su lugar aparece otro intelectual prácticamente cortado con la misma tijera. Aunque Enrique Krauze no llega ni por muy lejos a la altura intelectual de Paz; aunque la simpatía del mexicano promedio por Krauze está infinitamente lejos de la simpatía que sintió por Paz, es éste quien ocupa ese mismo puesto y ejerce el mismo poder que en su momento tuviera el pirata de Elena Garro y de muchos otros más. Y detrás –más bien, por encima- de estos dos individuos -por no mencionar a Carlos Fuentes y su famosa frase “Echeverría o el fascismo” y otros intelectuales que por ese mismo lado se movían-; por encima de todos estos surrealistas momentos del México moderno, antecedente directo de nuestra actualidad, brota nuevamente, imperativa y con una urgencia brutal, la pregunta: ¿Qué es esto en lo que vivimos y que –al menos en el papel de una constitución mancillada y pisoteada hasta el cansancio- nos forma como mexicanos? A esta pregunta cabe no solamente atender en un afán de respuesta satisfactoria, sino voltear a ver nuestra realidad. Y nuestra realidad únicamente puede ser vista desde los lectores de nuestra realidad: la fuerza intelectual de México. Y aquí comienza una de las mayores dificultades: ¿Es verdaderamente posible responder a la pregunta? Y más aún, de ser esto posible: ¿Quién o quiénes son, entonces, los responsables de contestar a esta pregunta y todas las que de ella se derivan?
Es urgente abordar el tema; y la urgencia obliga a destituir nominalmente a esos que ocupan los mandos institucionales, ya que ellos mismos se han destituido por esa falta de interés en su pueblo: ¿Cuándo fue la última vez que las autoridades institucionales culturales mexicanas anunciaron y demostraron cabalmente su preocupación por México? Y entre los portavoces de la cultura, nuestros artistas y nuestros intelectuales, aquellos que obligadamente deben responder a todos estos cuestionamientos. ¿Qué es de ellos? ¿Son verdaderamente capaces, ya no de responder a estas preguntas, sino responder de acuerdo a su dignidad y su competencia? Siendo más puntual: ¿Son nuestros artistas realmente artistas? ¿Son nuestros artistas y nuestros intelectuales verdaderamente amantes de la definición de nuestra realidad? ¿Están verdaderamente preocupados por nuestra realidad? Más aún: ¿Son nuestros artistas y nuestros intelectuales realmente capaces? Pues es obligación del artista definir en un impacto intelectual y estético la realidad que día a día construimos y nos circunda, comprometido con todos y cada uno de los que formamos esta nación, con una verdadera responsabilidad política, es decir: despegado de toda inclinación partidista, ya que no existe en México gesto social más espurio que la inclinación partidista, cualquiera que esta sea.

David Alfaro Siqueiros
Autorretrato (El Coronelazo)
Piroxilina sobre celotex
1945
91.5 x 121.6 cm
Acervo Constitutivo, Museo de Arte Moderno, INBA

Para muestra, un botón: sacude mucho más el Guernica como alarido de la crueldad de la guerra que los ideales del bando republicano y del bando nacional juntos; mueve más el furor humano de los murales de Siqueiros que sus ideas stalinistas y todas las intenciones del partido comunista y su contraria, la derecha en el poder que ahí desarrollaba la enorme y aplastante maquinaria priísta. Los partidos son solamente eso: partidos; no les interesa el bien de la nación más que los intereses particulares; de hecho no les interesa el bien de la nación. ¿Cómo confiar en ellos la significación de México y lo mexicano, si es que eso existe? Y buscar a nuestros artistas, ¿en dónde? ¿De qué manera, en qué sitio, encontramos a nuestros artistas? En la institución educativa, ni pensarlo: las facultades de artes de todo nuestro país están más perdidas que turco en la neblina. Las subsecretarías y los mal llamados consejos de cultura de cualquiera de los 31 estados, dependen de la Secretaría de Cultura, que comenzó a funcionar como tal el 18 de diciembre de 2015: es importante saber que el extinto Consejo Nacional para la Cultura y las Artes se convirtió desde esa fecha en Secretaría de Cultura, por lo que instituciones como Conarte, en Nuevo León, ostentan un nombre a todas luces engañoso, ya que se trata únicamente del nombre de un organismo descentralizado, como lo confirma claramente la página de internet del gobierno del Estado de Nuevo León, http://www.nl.gob.mx/dependencias. No ahondaremos más en esto, ya que no es competencia de este escrito hablar de los usos y costumbres de las autoridades de Conarte; quien esté interesado en conocer los pormenores, puede consultar cuál es la naturaleza legal y funcional de un organismo descentralizado. Y de todos modos, las subsecretarías de cultura no tienen la capacidad de definir los rasgos culturales que hablen de nosotros: a duras penas pueden solventar la nómina de sus empleados, quienes en su mayoría trabajan únicamente lo que la legislación les obliga a hacer y la labor cotidiana de medir el pulso de la cultura no forma parte de sus tareas.
En algún lugar –insisto- se debe encontrar a los artistas que puedan realizar la invaluable labor de definir nuestro carácter. Si bien la institución pública resulta incompetente para llevar a cabo tal tarea, debe existir una vía por la cual esto sea posible, lo que nos lleva a pensar en la institución privada. Y la institución privada, por el mismo carácter de su nombre, es incapaz de realizar esa tarea. Aún así, hay quienes realizan algún esfuerzo por desarrollar la invaluable labor de definir, mediante los artistas y su obra, el rostro o los rostros de México: desde hace años, una mujer que escribe bajo el seudónimo de Avelina Lésper ha desarrollado opiniones, bajo la forma de escritos y declaraciones en video, en una tentativa de convertirlos en crítica de arte, cuestionando duramente la labor del arte contemporáneo y sus intenciones dentro del mercado y su representatividad. Uno de los temas centrales de sus escritos ataca la legitimidad de las obras de arte contemporáneo, ya que este se vale –principalmente- de materiales que no han sido creados originalmente para ser destinados a convertirse en obras de arte, aparte de la narrativa poética y sus intenciones de contenido que de estas se desprenden. Junto a esto, ha denunciado el escandaloso avalúo de sus piezas de arte contemporáneo en museos, galerías y subastas, poniendo en tela de juicio la honestidad del mercado del arte contemporáneo. Llamándolo “Arte VIP”, siglas de modalidades de obras de arte contemporáneo (por ser iniciales de videoarte, instalación y performance), lo desacredita haciendo uso de argumentos ridiculizantes en contra del segmento del arte contemporáneo. Se puede apreciar –al menos en apariencia- una genuina desaprobación de todo el circuito del arte contemporáneo; sin embargo, de sus virtudes se desprenden sus flaquezas: la autonombrada Avelina Lésper, defensora principalmente del arte moderno, esgrime contra el arte contemporáneo argumentos que se acomodan perfectamente contra las debilidades del arte moderno -y de pasada también del arte clásico. Y es ahí justo donde termina la crítica de arte y comienza el show mediático de baja calidad, ya que si bien denuncia todas esas debilidades del arte contemporáneo -debilidades muchas de las veces finalmente ciertas-, lo hace desde una trinchera ridículamente ingenua; es decir, en tanto crítica sus argumentos son inaceptablemente pobres tanto filosófica como sociológica, económica y antropológicamente hablando, sin contar que su conocimiento de la historia es inocente a niveles ignominiosos.
Como ya iremos viendo, la obra de arte es hija de su tiempo y obligadamente producto de su entorno, lo cual no excluye su inserción en el gran cúmulo de piezas que conforman el universo artístico desde que existe el arte como circuito completo; es decir, desde que las condiciones económicas, políticas, tecnológicas y sociales lo permiten. Dicho con otras palabras: en virtud de su riqueza simbólica, la obra de arte posee esa cualidad de impactar estética y conceptualmente a los de su tiempo como a las generaciones por venir. Esa es la gran aportación histórica, filosófica y estética del arte, amén de otras cualidades que en tanto tema o contenido otorga. La obra de arte es necesariamente inseparable del contexto de su creación. Es decir, no solo es ingenuo, sino del todo irresponsable, despojar a la obra de arte de sus condiciones históricas, tecnológicas y mercantiles: no existe la belleza per se, búsquesele por donde quiera. Es verdaderamente alarmante observar cómo una persona que se llama crítica de arte tenga la osadía de citar frases sacadas de internet (“Aristóteles dice que el arte es un proceso de creación razonado; Jung dice que el arte es eso que nos va a salvar de la barbarie”, en https://www.youtube.com/watch?v=f4vrG3WI35k). Uno de los necesarios e ineludibles dominios del crítico de arte es precisamente el conocimiento filosófico: Aristóteles jamás escribió eso que cita Avelina; en la misma situación se encuentra Carl Jung, amén de la distancia casi insalvable que separa el pensamiento de uno y otro.

Leonardo da Vinci
Salvator Mundi
circa 1500
Óleo sobre nogal
45.4 x 65.6 cm.
Colección privada

Ignorar la influencia de la fotografía en el surgimiento del arte moderno es un atrevimiento más bien propio del joven insulso que del intelectual impertinente; hablar de la grandeza de un artista por la vida tormentosa que llevó se acerca más a la Rosa de Guadalupe que a la historia del arte a través de sus artistas: ¿Desde cuándo las amargas lágrimas son el alimento del artista? ¿Dónde queda el trabajo y la profunda humanidad que imprime en su producción simbólica? No es lo mismo dramaticidad de una pieza que cursilerías lacrimógenas. Del mismo modo, Avelina acusa al circuito del arte contemporáneo de vender sus piezas a precios exorbitantes, mientras Salvator Mundi, una pieza de Leonardo da Vinci, fue vendida en la casa de subastas Christie's de Nueva York el 15 de noviembre de 2017 por $450;312,500 (cuatrocientos cincuenta millones trescientos docemil quinientos dólares, incluyendo los gastos administrativos); asimismo denuncia que el arte contemporáneo sirve para lavar dinero: el museo Louvre, en París, uno de los máximos recintos que albergan piezas de arte anteriores al impresionismo (que fue el comienzo del arte moderno) fue promovido primero por Catalina de Médici y luego por Felipe IV (de las dinastías Médici y Borbón, respectivamente), para exhibir sus piezas, por cierto no muy honestamente adquiridas: en tanto ser parte de los primeros banqueros, los Médici se encuentran entre los creadores del lavado de dinero.

Ron Mueck
A girl
2006
Poliéster, resinas y silicona
2.60 mts
Colección privada

El tema del mal uso de materiales por parte de los artistas contemporáneos es otro de los grandes ataques de Avelina; sin embargo, en todos lados se cuecen habas: muchas piezas de Jackson Pollock, por ejemplo, se están resquebrajando, principalmente porque el artista no supo cómo plasmar su obra de modo que esta durara más de un siglo; La Última Cena de Leonardo ha sufrido tantas restauraciones que fue terriblemente modificada: esas restauraciones son producto de un pésimo manejo de los materiales por parte del artista, quien más que artista fue un excelente inventor (dejemos esa discusión para otro momento, ya que hay mucho que hablar de Leonardo). Por el contrario, no parece haber un mal manejo de materiales en esta pieza tan magistralmente acabada como perturbadora de Ron Mueck, "A girl".

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
Las Meninas (La familia de Felipe IV)
Óleo sobre lienzo
318 x 276 cm
1656
Museo del Prado
Madrid, España

La recriminación de elitismo por parte Avelina tanto a los artistas como a los críticos de arte contemporáneo es que si no conoces el contexto, no entenderás la pieza. De hecho, cabe preguntarse si es necesario conocer algo de historia y/o filosofía para apreciar a cabalidad Las Meninas de Velázquez, por ejemplo: si bien el goce estético es una de las finalidades de la obra de arte, el trabajo intelectual no puede quedar a un lado: la obra de arte mueve, necesariamente, a la reflexión; de lo contrario, la apreciación de una obra de arte podría compararse sin ningún problema con el disfrute de una película taquillera o el entretenimiento de un programa de Chavana en el canal 12 de Monterrey (o cualquier programa de revista que se transmite por las mañanas en cualquier canal de TV abierta). Dicho en pocas palabras: quien suscribe bajo el seudónimo de Avelina Lésper se está burlando de la inteligencia del mexicano promedio esgrimiendo argumentos ciertos parcialmente e ignorando los asuntos verdaderamente importantes del mundo del arte: Avelina Lésper es en la crítica de arte lo que Jaime Maussán en la divulgación científica. Y lo que es aún más vergonzoso: ¡Los artistas le hacen caso! Está en boca de muchos de nuestros artistas, tanto modernos como contemporáneos.
Definitivamente es de toda urgencia abrir bien los ojos y agudizar bien el criterio, tanto a nivel personal como cultural; y si bien la institución académica es incompetente para tal tarea; si la institución cultural ignora olímpicamente su obligación; si la institución privada ofrece espejitos en la zona Maco y verdulería a nombre de crítica de Avelina Lésper; si los involucrados en el circuito artístico ignoran las inquietudes del público; si el público, en su pereza intelectual, acepta cualquier argumento por quedar más o menos acorde a sus inclinaciones como no especialista en el área; si no hay institución alguna que se preocupe por hacer del mundo del arte un mecanismo de engranajes que funcione adecuadamente, es entonces labor de aquellos profundamente interesados en nuestra cultura tomar las riendas de la producción simbólica. Hay mucho, muchísimo trabajo por realizar; sin embargo, sea este un primer paso en una secuencia que termina donde comienza la cultura: nunca y siempre.
Edgar Leal

jueves, 7 de diciembre de 2017

¿Tons qué?
¿Se va a hacer
o no se va a hacer la carnita asada?

Imagen tomada de http://drink-team.com.mx
La mejor afición de México se disputa la final de la liga de fútbol por primera vez en la historia. Las carnicerías ya acusan desabasto; cervecería venderá más ahora que cualquier otro día del año. Una población que aún no cumple un siglo como ciudad importante del país, de pronto, como por misteriosas artes, es hoy foco de diversos brotes culturales, al menos en apariencia. Uno de esos brotes, dícese, es el mundo del fútbol. Inversiones monstruosas de dinero y una compleja organización logística y mercantil, a la que se suma una inmensa -y muy flamable- afición, con porras muy bien organizadas hacen rodar la maquinaria del mercado futbolístico. Obviamente, como toda megaorganización, tiene su historia; y del mismo modo, como muchas cosas en Monterrey, se trata de una historia muy corta. Si bien el Monterrey nace en 1945 -según su página oficial- y Tigres -originalmente Jabatos- en 1957, es en realidad hasta la década de los 80 que comienza a formarse una afición regiomontana y, por ende, es también hasta esa misma década que empresarios comienzan a invertir seriamente en fútbol. No obstante su corta historia, el éxito fue inmediato y se multiplicó hasta llegar a esto que hoy vemos y de lo cual no sabemos a ciencia cierta cómo terminará. Lo que sí podemos saber es que hoy por hoy acapara la atención -y el bolsillo- de un importante segmento de la población regiomontana. Para no ahondar en ese punto -no es incumbencia de este escrito- y virar hacia el siguiente, revisemos los orígenes prácticos y mercantiles de este deporte que ya se adueñó del mundo: Según la FIFA, en 1863 se separó el "association football" del "rugby football", dando origen a los primeros partidos del fútbol moderno (desde hace siglos se juega en muchísimas culturas, con diferencias específicas y organizacionales, pero coincidentes en manejar una bola con el pie). Eso en cuanto a la creación del fútbol como deporte; sin embargo, en México tendrá otros orígenes y desenlaces mucho más afortunados... para los inversionistas, claro.
Tras la migración masiva de ingleses durante el siglo XIX -pues en ese entonces Inglaterra mantuvo un profundo interés en nuestro país, fracturado tras la invasión de Estados Unidos y la intervención francesa- un grupo entre ellos logró negociar la explotación de las minas ubicadas en el municipio de Mineral del Monte, mejor conocido como Real del Monte, en el estado de Hidalgo. La urgencia de los empresarios británicos por hacer que sus trabajadores soportaran las duras jornadas en las minas, así como medida preventiva contra huelgas o insurrecciones masivas de peones, les llevó a pensar en una actividad con la cual los trabajadores pudieran entretenerse. Tras pensar en diversas opciones, cayeron en la cuenta que la mejor era organizarlos en equipos para jugar el recién creado association football inglés, al tiempo que abarataban brutalmente costos para el esparcimiento de los mineros y -como pronto se dieron cuenta- sus familias, amistades y todos los interesados. Es decir, resultaba sumamente económico: bastaban un par de piedras para delimitar la portería, un poco de cal para trazar los límites del campo y cualquier trozo de cuero amarrado con una cinta que funcionara como balón. Asunto resuelto: los trabajadores nunca habían sido tan felices. Extenuados por la intensa labor, enfadados por el encierro y las miserables condiciones económicas en que vivían, una actividad en la cual correr, patear, perseguir un balón y gritar es el desahogo perfecto, aparte que complementaba la organización en el campo con la organización laboral. Fueron tales su éxito y el atractivo práctico para los empresarios que el 1 de noviembre de 1892 se funda el Pachuca Football Club. En un campo perteneciente a un inglés, quien lo usaba para juegos de crickett comenzaron los primeros partidos. El resultado de la combinación peones-jornadas extenuantes de trabajo-sueldos miserables-fútbol fue tan inesperadamente exitoso que un grupo de ingleses que residían en México formaron un gremio para poder administrar otras minas a lo largo del país, controlando el orden y la productividad con el gran invento, también inglés. Una gran ventaja del fútbol sobre otas actividades, aparte de su economía de recursos, era la capacidad de albergar porra, es decir, si yo soy obrero en una mina y voy a jugar, le aviso a mi familia, vecinos y amigos para que vayan a ver el juego. Y ya de pasada, pues unos tragos, ¿porqué no?
El fútbol como fenómeno comenzó a expandirse a lo largo del todo el mundo. La Federación Mexicana de Fútbol Asociación se funda el 23 de agosto de 1922 y observa un rápido crecimiento tras la segunda guerra mundial, justo cuando la productividad ya no debe estar enfocada a la guerra, sino a recuperar los años perdidos y trabajar doble debido a las vidas humanas perdidas, lo cual significaba menor cantidad de población laboral. ¿Solución? Necesitamos más clubes. Coincidente con el rápido ascenso industrial de Monterrey es que en 1945 y 1957 se fundan los clubes de Rayados y Tigres, respectivamente. Al principio no llamaba la atención de los regiomontanos, ya que Monterrey era beisbolero. Sin embargo el beisbol es un deporte muy distinto: es lento, dura demasiado y es más aburrido que el fútbol, que resultó ser catártico. Había que sustituir una actividad por otra. Con una fórmula ya probada en las mineras, se busca el incremento en la productividad, lo cual implica una mayor concentración en el trabajo, mejor organización y una verdadera entrega a la empresa. ¿Cómo les incentivamos? ¡Eureka! Y aquí la fórmula queda como anillo al dedo: una cultura del trabajo (una cultura prácticamente esclavista, pero es del trabajo), sin tiempo para el ocio -de ahí que el regiomontano nunca se destacó por la labor artística e intelectual. Queda, acaso, una excepción: Alfonso Reyes. Sin embargo, el regiomontano universal era una verdad a medias: de padre tapatío, Alfonso Reyes, aunque nacido en Monterrey, vivió en realidad muy poco tiempo aquí. Al terminar sus estudios en Colegio Civil se va para la Escuela Nacional Preparatoria; después de eso, ya no tendrá residencia fija en Monterrey, de modo que algo así como muy regiomontano, no es. Excelente helenista -destacan principalmente sus estudios sobre retórica-, no fue en realidad un gran poeta, aunque sí alcanzan una muy notable calidad. Sin embargo, algo que no termina de quedarme claro de Reyes es esa etiqueta que se empeña en darle al regiomontano: "Sin asomo de burla pudiera afirmarse que es un héroe en mangas de camisa, un paladín en blusa de obrero, un filósofo sin saberlo, un mexicano sin posturas para el monumento y hasta creo que un hombre feliz". Como esa mentira que repetida mil veces se vuelve una verdad, el regiomontano del siglo XX tendrá como etiqueta el amor al trabajo, la entrega a la empresa y la férrea disciplina de la productividad. No tiene tiempo para el ocio. El beisbol no es un esparcimiento que se ajuste al carácter adoptado del regiomontano, ya que sus jornadas tienen un ritmo muy distinto a las jornadas laborales del asalariado.
La catapulta vendrá, entonces, en la etapa postindustrial de Monterrey: el cierre de fundidora, entre otras grandes empresas, abre la necesidad de buscar otro cobijo, distinto a la casa grande. Comienzan los pequeños empresarios y su contratación externa por parte de empresarios grandes, dando entrada a una incipiente atmósfera de subcontratación disfrazada de neoliberalismo. El trabajo se vuelve no solamente una carga, sino una deuda: para poder subsistir, el pequeño empresario tiene que gastar concentración, tiempo y energías hasta el cansancio. Pero, como es la costumbre -esa sí es costumbre originaria- el sábado puede desahogar todas esas enormes presiones económica y laboral. Su afán de pertenencia le hace tremendamente fácil casarse con su equipo al grado de defenderlo hasta límites patológicos. La fórmula está completa: más trabajo * más concentración (no quiero usar el término enajenación, aunque es eso) * más deudas= una desbordante necesidad de desahogar todas esas frustraciones. Y siendo el sábado el día tradicional de descanso del regiomontano, las piezas se acomodan solas: una carne asada, unas cheves, mi camiseta y a ver el fútbol en una explosión de histeria, al fin que me lo he ganado...
¿Ton's qué? ¿Se va a hacer o no se va a hacer la carnita asada?
Edgar Leal

domingo, 12 de noviembre de 2017

Meditaciones sobre un pony de juguete

“El tema de este artículo es un caballo de madera completamente corriente”, dice Gombrich al inicio de su ensayo ‘Meditaciones sobre un caballo de juguete’. Un caballo completamente corriente, algo de nuestro diario vivir; un caballo completamente corriente, un concepto que cunde por las redes; ahora ya a nivel nacional. Sin embargo, es aquí donde comienza lo interesante: lo corriente transformado en sinónimo de popular: “¿Cómo nos habríamos de dirigir a él? ¿Deberíamos describirlo como una «imagen de caballo»? Los redactores del Pocket Oxford Dictionary... definen imagen como «imitación de la forma externa de un objeto» y la «forma externa» de un caballo no está aquí «imitada»”. El autor habla de un caballo de juguete hecho en casa: un palo con algo que simbolice la cabeza y quizá algunos otros detalles mínimos, como los ojos, las crines y el hocico, detalles mínimos y no incluyentes para decir “esto es un caballo de juguete”. Es decir, la imagen de un caballo no es necesariamente la forma externa de este caballo, amén del peligroso camino que tomaríamos al tratar de definir “forma externa”. La imagen de algo –cualquier algo- debe llegar más allá de “imitar su forma externa”; de otro modo cabrían tantísimas expresiones artísticas clásicas, modernas o contemporáneas. Gombrich prosigue con la búsqueda de su definición: “Representar, según leemos, puede usarse en sentido de «evocar, por descripción, retrato o imaginación; figurar; colocar semejanzas de algo ante la mente o los sentidos; servir o ser tomado como semejanza de... representar; ser una muestra de; ocupar lugar de; sustituir a». ¿Retrato de un caballo? Cierto que no. ¿Sustitutivo de un caballo? Sí. Eso es. Quizá en esa fórmula hay más de lo que parece a simple vista”. En este fragmento se dice mucho más de lo que se escribe: “colocar semejanzas de algo ante la mente o los sentidos” y “sustituir a” van infinitamente más lejos que imitar la forma externa de un objeto: esto es innegable y esclarecedor, de manera que no solo mediante el dibujo, la copia naturalista o “ingenua”, como insisten en llamarle los modernistas; “artesanal”, según los posmodernistas. Colocar una semejanza ante la mente o los sentidos adquiere una profundidad que puede llegar a lo inalcanzable. En aras de una comprensión certera, debo explicar con mayor amplitud: es posible, mediante un dibujo, trazar algunas semejanzas de un ser animado o inanimado, vivo o carente de vida, aunque de una manera sumamente superficial. Si dibujamos por ejemplo un buey una y otra vez, hasta lograr cientos de dibujos del buey, llegaremos al punto en que mediante unas pocas líneas se le pueda simbolizar, como de hecho sucedió. No es gratuito que el inicio de una era de la humanidad –cuando el ser humano aprendió a dominar la naturaleza y por ende a domesticarla, aquellos que comenzaron a crear símbolos gráficos se vieron en la necesidad de esquematizar los elementos básicos de subsistencia. El buey será el primero: egipcios, fenicios y hebreos le llamaron aleph. Los griegos, al diseñar su propio alfabeto, le cambiaron el nombre a alpha: de ahí que el alfa sea conocido como “el inicio de todo”. Como podemos ver, la semejanza no es fortuita ni gratuita, sino que una parte mínima de su “forma externa” fue sintetizada hasta llegar a una letra que hoy día seguimos usando. Sin embargo, el segundo elemento adquiere una importancia por mucho mayor que la primera. Será la utilidad del buey lo que siembre el desarrollo del lenguaje escrito, desde una necesidad primaria –sobrevivir- hasta alcanzar niveles teológicos o filosóficos. De la misma manera es que un símbolo puede llegar a alcanzar una importancia de primer orden. Esto es, el peso del símbolo depende en muy buena medida del grado en que afecte la psique de la generalidad de los individuos que pertenezcan a una comunidad. Y así es que nuestro caballito de juguete se tornó real, ya no por su forma externa, sino por su funcionalidad: un macho que enfrenta al crimen organizado, que no le tiene miedo a los malos. La imagen que se creó del entonces alcalde de García, N.L. se difundió por las redes sociales como reguero de pólvora. Aunque le falló la fórmula con el stablishment de los medios, supo pulir su imagen mediante las redes sociales a tal grado que hoy, aún siendo gobernador estatal, se sigue adjudicando el sobrenombre de Bronco. Con ese argumento, entre otros que iré puntualizando –como volverse candidato independiente-, logró su cometido: alcanzar la gubernatura. Y el proceso se puede describir de un modo simple: “Nuestra mente, por supuesto, actúa por diferenciación más que por generalización, y el niño llama a todos los cuadrúpedos de cierto tamaño «arre-arre» antes de aprender a distinguir razas y «formas»”. En este punto es necesario hacer una acotación para insistir en la formación de un criterio con miras a que el ciudadano sea un individuo capaz de elección y responsable de sus acciones. De la misma manera que un niño ve en todo cuadrúpedo un arre-arre, el neolonés común actúa con una inocencia análoga al niño que ve en cualquier animal o cosa con cuatro puntos de apoyo un arre-arre. Resulta pertinente recordar un poco al regiomontano universal, Alfonso Reyes, para hablar de un punto brutalmente negativo de la imagen del regiomontano en particular y del nuevoleonés en general: “El regiomontano cuando no es un hombre de saber es un hombre de sabiduría. Es un héroe en mangas de camisa, un paladín en blusa de obrero, un filósofo sin saberlo, un gran mexicano sin posturas para el monumento, y hasta creo, que es un hombre feliz”. Amén de la excelente labor de Reyes como helenista –resaltan principalmente y de modo magistral sus estudios sobre retórica- su mayor yerro fue tratar de describir al regiomontano cuando pasó la mayor parte de su vida en el extranjero. Similar al craso error de Octavio Paz al hablar del pachuco en el Laberinto de la Soledad, Reyes lisa y llanamente no conocía lo que se entiende por ser regiomontano en un sentido práctico y cotidiano; y cuando se decidió a dibujarlo con palabras, lo etiquetó tratando de ensalzar su afán de labor, cubriendo así al bruto con un disfraz de trabajador. Y el regiomontano le compró la idea: Monterrey votó por Madero para alcalde principalmente debido a su apariencia de discapacitado; votó también por Margarita Arellanes por ser mujer y ser atractiva, solo por citar dos ejemplos; llegaría el turno de un nuevo gobernador; aquel en quien se pudiera confiar. Alguien que no tenga miedo de acabar con el crimen organizado y que tenga toda la imagen del héroe en mangas de camisa. Nuevo paso estratégico de Rodríguez: necesito volverme independiente (de una muy dudosa independencia, pero al fin desligado o por lo menos aparentemente desligado –en esa apariencia mínima para hacer un caballo de madera- de los partidos hegemónicos. En fin, Nuevo León solicitaba un salvador en calidad de urgencia. Y se construyó el héroe: aquel que no le teme a los malitos; ese gran mexicano sin posturas para el monumento; y lo que sobrepasa el límite de lo éticamente correcto: aquel que usa la muerte de su hijo como señuelo para seguir impulsando su carrera política. En ese lindo cliché Nuevo León depositó su confianza: habiendo desmembrado la organización priísta –muchos aún dudan de la legitimidad de su separación del partido, cosa que no incumbe a las intenciones de este escrito- termina de dislocar al maltrecho aparato panista nuevoleonés al llevarse a Fernando Elizondo Barragán a su nuevo partido independiente. El mismo viejo lema “divide y vencerás” combinado con la fórmula del caballito de juguete fue más que suficiente para ganar las elecciones por una diferencia aplastante; más aún sin la presencia del PRI, especialista en la multiplicación de los peces, los panes y los votos.

Prosigamos, pues, con Gombrich, quien apunta cada vez más a una suerte de profeta de nuestra actualidad nuevoleonesa: “Primero, cabalguemos en nuestro corcel para batallar contra una cantidad de fantasmas que aún acosan el lenguaje de la crítica. Su definición de imagen implica que el artista «imita» la «forma externa» del objeto que tiene delante, y el observador, a su vez, reconoce el «tema» de la obra de arte por su «forma».” Amén de todas las linduras en las que nuestro caballito de juguete se ha visto envuelto, hay una reciente que supo “resolver” de la misma manera que se resuelve la construcción de cualquier otro caballito de juguete: el 28 de abril de 2017, el periódico “El Norte “ publicó que “La Administración estatal pretende convertir al Sistema de Radio y Televisión de Nuevo León en un nuevo organismo público descentralizado, con patrimonio propio y hasta la facultad de poder contratar deuda”. Dicho en otros términos, se publicó que la Administración Estatal busca convertir el Sistema de Radio y Televisión de Nuevo León en un organismo público descentralizado para así tener la capacidad de permitir la inversión privada. Mediante los mecanismos de un organismo público descentralizado con la capacidad de permitir esta inversión privada, obtenemos mágica y misteriosamente una inversión privada convertida en deuda pública. O dicho de otro modo, se le permite a la iniciativa privada invertir, en calidad de deuda, en la radio pública para que posteriormente el erario –los impuestos de usted y míos- pague esa deuda. Como dato relevante, cabe mencionar que apenas tres días antes – 25 de abril- el Gobierno del Estado de Nuevo León anunció a quien ocuparía el cargo de Director de Radio y Televisión de Nuevo León desde entonces y hasta la fecha de publicación de este escrito: así fue que Osvaldo Antonio Robles López apareció por primera vez en el escenario de Radio Nuevo León. Para darnos una idea clara de los personajes que se van agregando a esta historia de nuestro caballito de juguete, veamos quién es Osvaldo Robles.

Egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación por la UANL. No aparece dato alguno al respecto de su titulación, aunque sabemos de antemano que en México no suelen tomar en cuenta la seriedad de un título para fungir en prácticamente cualquier trabajo; mucho menos si se trata de un órgano de gobierno. Trabajó 16 años como reportero de asuntos políticos, seguridad e investigación en el periódico “El Norte”, perteneciente al grupo Reforma, para ser nombrado, a partir de la gestión estatal actual, como director de Enlace y Prensa de la Coordinación General de Comunicación Social. A partir del 25 de abril del presente año se anuncia el cargo que ejecuta desde el día siguiente -26 de abril-, según hace constar el portal del gobierno del Estado de Nuevo León. Dos detalles importantes brotan a la superficie, una vez que observamos el historial laboral de Robles:
- Primero, se desempeñó 16 años al servicio de un medio de comunicación privado y con tendencias derechistas, como es El Norte. Definitivamente toda persona es libre de trabajar en el medio que desee o pueda, siempre y cuando se esté actuando bajo el marco de la legalidad. Sin embargo, sí despierta una extraña suspicacia notar que después de trabajar 16 años como reportero de un medio impreso privado, repentinamente es nombrado director de Enlace y Prensa de la Coordinación de Comunicación Social; es decir: la experiencia necesaria para cubrir eficazmente un puesto de esa naturaleza, ¿quién la verifica? ¿Bajo qué criterios es que se designa a una persona director de Enlace y Prensa de la Coordinación de Comunicación Social en el gobierno del Estado de Nuevo León? Hacernos esta pregunta no sólo es legítimo, sino de alguna manera sumamente benéfico a nuestra responsabilidad como ciudadanos enterarnos quiénes administrarán los órganos gubernamentales. Y elegir a un personaje sin experiencia en comunicación de un órgano de gobierno es, cuando no una negligencia grave, una absoluta irresponsabilidad. Pensando que haya sido una decisión no muy bien pensada, apenas un año después es nombrado Director de Radio y Televisión de Nuevo León.
- Segundo, al momento de la entrada en funciones del actual gobernador de Nuevo León, solo uno de los principales medios impresos del Estado tenía un acercamiento con el mandatario: el periódico “El Norte”. También aquí podemos considerar que no es ningún delito nombrar como director de Enlace y Prensa de la Coordinación de Comunicación Social a un empleado del único medio que apoyaba la recién iniciada gestión estatal. Pero a esta altura son ya demasiadas coincidencias. Mucho más si consideramos que a tres días de la designación de Robles como director de Radio y TV NL surge, inesperada, la propuesta de convertir la Radio estatal en un organismo público descentralizado; peor aún: sin un consejo ciudadano que avale la transparencia de las decisiones gubernamentales que repentina e inesperadamente se propusieron.

Con un panorama claro, resulta más fácil ver los detalles que a simple vista no se aprecian. Si revisamos todo lo que acabamos de leer, llegamos a la conclusión que algo parece estarse tejiendo, se vislumbran una serie de posibilidades de acción y acomodo de las piezas. Por lo pronto y en virtud de la longitud de los contenidos, llegamos, por hoy, hasta aquí.

domingo, 8 de octubre de 2017

La cultura es de todos

La cultura es eso que día a día todos y cada uno de los ciudadanos construimos. De hecho el término cultura se desprende de cultivar. Podemos decir, entonces, que cultura es lo que todos nosotros sembramos, cosechamos, consumimos, reciclamos y/o desechamos. Todos: usted, yo y toda persona que vive en el mismo lugar que nosotros. Por esto mismo es necesario entender que la cultura es de todos y para todos. Dadas nuestras condiciones de gobierno, hay instituciones que administran, gestionan y distribuyen el quehacer cultural en nuestro Estado: esa es la función de Conarte, por un lado; TV Nuevo León y la hoy secuestrada Radio Nuevo León, por el otro. Y en teoría esto así debe ser dado que el fiel reflejo de la cultura se aprecia claramente en quienes la representan: principalmente sus artistas e intelectuales. Obviamente y a fuerza de razón, la burocracia cultural la administra, gestiona y distribuye, guiada por un concejo ciudadano: es decir, la creación cultural corre a cargo de artistas e intelectuales y la administración cultural corre a cargo de la burocracia cutural. El gobierno verifica que las decisiones tomadas en función de la cultura sean congruentes, justas y distributivas; es decir, que todos los ciudadanos tenemos el mismo derecho a gozar de las manifestaciones culturales locales, nacionales e internacionales. De la misma manera todos y cada uno de los ciudadanos tenemos el mismo derecho a estar informados con puntualidad y transparencia de cada una de las decisiones que todo órgano gubernamental tome. Si esto es así con cada uno de los órganos de gobierno, con mucha mayor razón lo es con el ramo de la cultura. Así funciona un Estado en el cual reina la democracia. Hasta aquí todo es claro y congruente, al menos en apariencia. Obviamente, apariencia y realidad son cosas que frecuentemente se confunden; en ocasiones por accidente; otras por acciones deliberadas con fines específicos. Veamos más a detalle estas diferencias.

Nuestro Estado goza de un carácter democrático en sus elecciones gubernamentales. Así lo dicta, por lo menos, la última elección a gobernador, en la cual el c. Jaime Rodríguez Calderón ganó notoriamente por unanimidad en las elecciones celebradas en 2015. Para no dejar el tema en cuestión, dejamos de lado la congruencia de las promesas y declaraciones de Rodríguez y las decisiones que éste ha tomado desde que funge como gobernador. En el ámbito de la cultura en general y la radio en particular, en abril de 2016 Osvaldo Antonio Robles López fue nombrado por Jaime Rodríguez como titular de la Dirección de Televisión Estatal y Radio Nuevo León, luego de la renuncia de Luis Yermak Torres al puesto mencionado. Ahora bien: ¿Quién es Osvaldo Robles? Egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, con 17 años de experiencia trabajando en el medio periodístico, 16 de ellos para el periódico el Norte, del grupo Reforma y un año como director de enlace y prensa de la Coordinación de Comunicación Social del gobierno de Nuevo León, antes de su último nombramiento. Resulta curioso notar que un reportero del periódico El Norte sea nombrado director de enlace y prensa de Coordinación de Comunicación Social de nuestro Estado, principalmente en la inteligencia que su experiencia previa es como reportero de un medio privado. Reportero, no director. Medio privado, no público. Y lo que es más: reportero del único medio que deliberadamente ha tomado la línea del gobernador, es decir, de Jaime Rodríguez, "El Bronco". Es justamente bajo la dirección de Osvaldo Robles que se comienzan a realizarse contrataciones de personal cuyos intereses son por completo ajenos a la voluntad general del rubro cultural del pueblo: la traslación de Gricel Contreras del 1510 de AM al 102.1 de FM; la inclusión de Olga Nelly García con un programa de superación personal en una radio cultural. Por último la pretensión de convertir a Radio Nuevo León en un organismo público descentralizado para facultarle a, entre otras cosas, contraer deuda. Dadas todas estas nuevas implementaciones, cabe la pregunta: ¿Qué está ocurriendo con la radio cultural de nuestro Estado? A todos estos incidentes se suma la gota que derramó el vaso: implementar una nueva estación, llamada Radio Libertad, en la frecuencia que pertenece a Radio Nuevo León (102.1), propiedad de todos y cada uno de los neoloneses, al servicio de toda la comunidad neolonesa. Conocemos ya la migración de Opus del 102.1 de FM al 1510 de AM y crear a vapor contenidos que en su mayoría no existían en el 1510 de AM bajo el nombre de la recién creada Radio Libertad.

El gremio artístico e intelectual inmediatamente prendió los focos de alerta y reclamó, en su legítimo derecho, el regreso de Opus al 102.1 de FM con todos sus contenidos originales. Sin embargo, en afán de proseguir con esta iniciativa y tratar de rezarcir el daño ya ocasionado a la cultura de Nuevo León, no solamente se dejó a Radio Libertad en el 102.1 de FM y Opus en el 1510 de AM, sino que se contrató personal extra para enmendar el grave error cometido. Y cerrando con broche de oro, las nuevas decisiones que se han tomado en Radio Nuevo León: contratación de quien fuera la voz en off del programa de multimedios "Acábatelo" para grabar los nuevos promocionales; Gerardo López Moya y Armando Alanís Pulido contratados para difundir programas culturales en radio Libertad. Estas decisiones con la finalidad de mostrar que Radio Libertad es una radio que aboga por la cultura. Bien, un individuo que acepta trabajar en el programa "Acábatelo": qué decir, entonces, de la calidad del programa en cuestión, tan vulgar como teibolera de la Paloma; mucho menos cuestionar la seriedad y profundidad de los formatos poéticos de Alanís, vendiendo un producto cuyo formato (generalmente copia de frases de algunos poetas y otros pseudopoetas pintadas con letras negras sobre fondo blanco de bardas distribuidas por toda la ciudad) que prometía ser cultural como promocional para restaurantes o bares de moda: "Ayer me enamoré de la alcachofa", slogan para la cantina "La Nacional" o el estatus en el cual se mantiene la credibilidad de López Moya como un comunicador de la cultura. Definitivamente, cada persona hace de sus productos lo que desee; pero incluirlos en la cultura es un gravísimo error de omisión.

Edgar Leal

martes, 14 de marzo de 2017

Sinarte: lo de hoy, o
te vas porque yo quiero que te vayas

El recuento de los gaños



El pasado miércoles 6 de marzo de 2017, Diana González, a través de su página personal de Facebook, anunció el cese de sus funciones como coordinadora de la Cineteca Nuevo León, puesto que ejerció desde el 16 de febrero de 2016 por invitación de Fernando Elizondo, coordinador ejecutivo de la Administración Pública del Estado de Nuevo León. La noticia de su nombramiento fue anunciada en la página de Conarte, fechada tres días antes de comenzar a ejercer sus funciones.

“Hoy por fin estoy descansando de ser víctima del acoso laboral y maltrato de quien fuera mi jefe inmediato en el Centro de las Artes, Jorge García Murillo”, comienza el comunicado público en la cuenta personal de Diana para explicar las causas de su cese de funciones como coordinadora de la Cineteca Nuevo León. La información corrió como reguero de pólvora y se esparció por diversos medios locales y nacionales hasta que el 9 de marzo la revista Proceso publicara la nota en su página de internet. Asimismo en un acto inaudito, García Murillo expuso el mismo 9 de marzo –apenas horas después de publicada la nota por Proceso- las que considera sus razones para decidir la destitución de González: se sabe que el director del Centro de las Artes es un verdadero especialista en ignorar cualquier cosa referente a su puesto y que no convenga a sus intereses personales y/o a su ya muy cuestionada reputación. Y como era de esperarse, su razón debía tener para justificar esa decisión. A raíz de estos incidentes y en la necesidad de concluir con el velo de misterio que envuelven los 15 meses en que Conarte en lo general y Centro de las Artes en particular han sido tan duramente cuestionados –sin que hasta el día de hoy exista una explicación satisfactoria de las erráticas decisiones tomadas por García Murillo- es que debemos hacer un pequeño recuento de los gaños.

El 18 de diciembre de 2015, según consta en un boletín de prensa el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, CONARTE, Jorge García Murillo fue designado Director del Centro de las Artes de Nuevo León. “Jorge García Murillo es un reconocido promotor cultural en Nuevo León, que tendrá la encomienda de realizar acciones para cumplir con las metas trazadas para satisfacer las necesidades de acceso a las artes y la cultura de toda la comunidad del Estado”, reza el primer párrafo del boletín mencionado. Hasta ahí todo está bien: un reconocido promotor cultural al frente del Centro de las Artes suena a una idea interesante, de modo que el entonces recién director se dio a la tarea de conformar su equipo. Como ya se sabe, una de las primeras personas en integrarse al equipo fue Marco Antonio Granados Ortiz, designado coordinador de investigación estética y desarrollo curatorial del Centro de las Artes. Para no ahondar de momento en este tema, el cual no queda exento de un turbio manejo con respecto a un sueldo que no es sueldo en un puesto que no es puesto y con funciones en las cuales no opera, invito al lector a consultar mi artículo publicado el 27 de junio de 2016 tanto en mi blog personal como en la página de artecocodriloediciones,

Con-arte-era: la exposición del mañana o "ahi pa' la otra semana

http://artecocodriloediciones.org/edgar-leal-blog/2016/6/28/con-arte-era-la-exposicin-del-maana-o-ah-pa-la-otra-semana

El 26 de enero –el mismo día que se anunció la incorporación de Granados- Conarte anunció también la integración de Carlos Rogelio Beltrán Briseño como coordinador de la Cineteca Nuevo León. Es de reconocerse la audacia de tal designación: yo no me atrevería –ignoro quién sí lo haría, aparte de Jorge García Murillo- a invitar a formar parte de mi equipo a un personaje con semejante historial: en 1999, mientras se desempeñaba como director del Museo Regional de Guadalajara, perteneciente al INAH, se detectaron irregularidades administrativas. Esto provocó su destitución del cargo, ya que se discutía si tales irregularidades tenían su origen en peculado o en cuestiones meramente administrativas. El caso se reavivó en 2004, tras concluirse en una auditoría realizada entre 1999 y 2000 que existieron “anomalías en los procesos administrativos (comprobación de gastos, facturas apócrifas, gastos no soportados y pagos indebidos de nóminas)”, según cita una nota de archivo del periódico El Universal (http://archivo.eluniversal.com.mx/cultura/35475.html). Por este pequeño detalle fue destituido del cargo que desempeñaba desde 2002 como director del Museo de Arte de Zapopan, Jalisco: el 8 de junio de 2004, personal de la Procuraduría General de la República en Jalisco le aprehendió por presunta responsabilidad del delito de peculado. Posteriormente, en 2011, tras pocos días de ocupar el cargo de secretario de Cultura de San Luis Potosí, se vio obligado a renunciar al no presentar documentación suficiente para desvirtuar los señalamientos en torno al proceso judicial que cayó sobre él en 2004. No obstante tales condecoraciones, García Murillo decidió invitarlo personalmente a ocupar el puesto de coordinador de la Cineteca Nuevo León. Digamos, por decencia civil, que nuestro director del Centro de las Artes ignoraba esas minucias. Más aún: digamos que no se preocupó en buscar por internet alguna referencia que hablara de su reputación como funcionario público y creyó totalmente en la honestidad de Beltrán Briseño. Solo por mencionar alguno de los varios resultados que aparecen en el buscador de Google al teclear su nombre y sin necesidad de realizar una exhaustiva búsqueda, es posible encontrar con una de sus tantas medallas:

http://www.funcionpublica.gob.mx/resoluciones/2004/CI-SFP-404-2004.pdf

El 30 de enero de 2016 –a cuatro días de haber sido publicada su designación en el boletín oficial de CONARTE- el funcionario en cuestión “declinó” coordinar la Cineteca Nuevo León, por lo que el puesto quedó vacante, al igual que –nuevamente- la credibilidad de García Murillo.

A los pocos días fue asignada para ocupar este cargo Diana González Domínguez, mujer que cuenta con una experiencia que toca los 30 años como investigadora y crítica de cine, así como cuenta con los suficientes títulos académicos para desempeñar tales funciones y, lo más importante, se trata de una persona que conoce muy bien el entorno cultural regiomontano en materia cinematográfica. En vista del éxito no obtenido por la fallida contratación de Beltrán Briseño, tal decisión debió ser acatada –a regañadientes- por García Murillo. Sin embargo, aquí la aventura apenas comienza: a mediados de 2016 y por medio de las gestiones de González, la Cineteca Nacional, que había inaugurado la exposición “¿Actuamos como caballeros o como lo que somos?”, le propuso a Cineteca Nuevo León itinerar la exhibición en coordinación con el Centro de las Artes. La respuesta fue una rotunda omisión del tema por parte de García Murillo: este ignoró olímpicamente la invitación. Ahora bien, ¿a qué podía deberse ignorar el llamado? ¿Tenía el Centro de las Artes muchísima actividad como para encima tener que ocuparse de coordinar esta exhibición? Cabe la posibilidad. Pero el Centro de las Artes está, desde la actual administración, lleno de sorpresas. Para junio de 2016 se habían realizado apenas dos exposiciones: una retrospectiva de la obra de Adrián Procel y la polémica exhibición con motivo del décimo aniversario luctuoso de Julio Galán, misma que fue postergada días antes “por causas de fuerza mayor las cuales quedaron fuera del control institucional” de Conarte. Bueno, si no pagar la aseguranza de la obra se puede tomar como una causa fuera del control institucional, tomémosla por válida. Dos exhibiciones, ¿y no atender siquiera el llamado para coordinarse con Cineteca Nacional para exhibir la muestra? Seguramente no era una exposición de calidad -recordemos que Jorge García Murillo siempre trabaja arduamente en pos de la calidad. Al menos eso debemos creerle. Pero no: Entre los curadores de la muestra se encuentra Rafael Barajas “El Fisgón”, reconocido estudioso de la cultura popular mexicana, quien por cierto sí tendría con qué ostentar un puesto de “coordinador de investigación estética y desarrollo curatorial”, pues El Fisgón sí es un investigador. Dado el desaire del Centro de las Artes –obviamente haciendo quedar mal a la Cineteca Nuevo León- a Cineteca Nacional no le quedó otra que proponer la exposición al Museo de Historia Mexicana. Como este último ya tenía su agenda totalmente ocupada, la solución fue programar la exhibición en el Museo del Noreste, la cual estará hasta el 23 de abril del presente año. Mención aparte y a manera de paréntesis: le recomiendo ampliamente visitar la exposición. Le garantizo que conocerá cómo se realiza un verdadero trabajo curatorial, ya que el Centro de las Artes parece ignorar en qué consiste tal ejercicio.

No obstante el desaire a Cineteca Nacional, continuaron las labores regulares. Bueno, consideremos, pues, como regular, el innecesario despido de Alberto Luna del Centro de las Artes, así como la polémica destitución de Domingo Valdivieso de Fototeca, siendo que ambos demostraron en todo momento suficiencia y profesionalismo en el desempeño de sus labores –al menos tomando en cuenta que Luna jamás se vio envuelto en escándalos del tipo “no podemos pagar el seguro de las piezas que exhibiremos” y Valdivieso fue defendido por el gremio de fotógrafos al cuestionarse su despido en una carta dirigida a Ricardo Marcos, encabezando la petición Yolanda Leal, Alejandro Cartagena, Rubén Marcos y Eduardo Jiménez. García Murillo argumentó que la decisión fue consensuada con Valdivieso, cosa que este último desmintió. En la recaudación de firmas mediante la plataforma change.org, se aprecia una respuesta firmada por Jorge García Murillo: “Bola de mediocres, váyanse con su protesta a otra aparte”, con todo y la falta de ortografía: https://www.change.org/p/mtro-ricardo-marcos-presidente-de-conarte-conocer-las-razones-del-despido-de-domingo-valdivieso-coordinador-de-la-fototeca-de-nl/c/502626926. En lugar de Alberto Luna queda Marco Granados y Laura Pacheco es asignada como coordinadora de Fototeca. ¡Laura Pacheco en Fototeca! Su desempeño ha sido siempre en el rubro de las artes visuales, no de fotografía. ¿Alguna razón por la cual se haya tomado tal decisión? A río revuelto… y aprovechando el momento, uno de los grandes argumentos de García Murillo para mejorar las condiciones de Fototeca fue que la fotografía ya carece de actualidad: ahora hay que voltear a ver la nanofotografía… ¡Pero cómo no se nos ocurrió antes!

No siendo suficientes estas muy extrañas decisiones por parte del director del Centro de las Artes, las cosas continuaron. Definitivamente el desempeño de Diana González no convenía a los intereses personales de García Murillo, pero ¿Cómo despedirla sin generar tanto ruido como ocurrió con el caso de Valdivieso? ¡Eureka! Después de desatender las colaboraciones de la coordinación de Cineteca, hay que bloquearle los apoyos. ¡Pero qué idea tan más genial! Se gestionó un presupuesto de $150,000 pesos para la adquisición de una colección más de 1,500 cintas que van desde películas de Alfred Hitchcock, Emilio “El Indio” Fernández y Luis Buñuel, entre otros directores no menos importantes. La colección se daría en comodato por el promotor cinematográfico David de la Fuente: se desaprobó el proyecto por no considerarse viable. ¡No es viable adquirir una colección de 1,500 cintas de lo mejor del cine en la historia!

Pobre gente de París, no la pasa muy feliz

Son muy buenos para amar, pero no pa' trabajar

Sin embargo, sí es muy viable gestionar un viaje de García Murillo a París: el 13 de octubre se inauguró la exposición “La ciudad de las montañas” (La ville des montagnes) en el Instituto Cultural de México en Francia; aún tuvo la osadía de comentar entre sus allegados, a su regreso, que el viaje no fue fructífero, ya que no tuvo la oportunidad de levantar un discurso al público parisino. Quiero imaginar que tenía mucho por decir nuestro director del Centro de las Artes al respecto de la fotografía; tan es así que declara que la fotografía ya es obsoleta: lo de ahora es la nanofotografía. Obviamente, el viaje tuvo que hacerse justo cuando en Monterrey se inauguraba la bienal Femsa. Adivine el lector quién financió el viaje del sr. Jorge García Murillo… ¡Correcto! Usted y yo.

Hasta aquí todo parece tener sentido. Sin embargo, como suele ocurrir, la realidad supera por mucho a la apariencia y ya veremos cuál es la verdadera razón de ese viaje.

Como mencioné al principio de este escrito, apenas salió la nota en Proceso, García Murillo se apuró a responder con un escrito apologético su decisión de despedir a Diana González del cargo de coordinadora de Cineteca Nuevo León. Entre algunas otras cosas que menciona están las siguientes, mismas que iré interpretando para su amplia comprensión:

“Para nadie del mundo de la cultura y las artes es desconocida mi participación en la comunidad de Nuevo León al frente de instituciones de educación, arte y cultura.” Si por educación entendemos algo así como “Fundamentos de la crítica de arte” (http://www.conarte.org.mx/evento/fundamentos-de-la-critica-de-arte), podemos inferir la legitimidad de la coordinación de investigación estética y desarrollo curatorial de Marco Granados.

“Son más de 47 años de militancia en estos terrenos los que avalan mi trayectoria, me enorgullezco de haber pertenecido a grandes equipos de trabajo y también de tener bajo mi responsabilidad la conducción de distinguidos grupos de colaboradores.” Haciendo una invitación personal a Carlos Beltrán Briseño para fungir como coordinador de Cineteca y teniendo como coordinador de investigación estética a Marco Granados, no quiero saber qué quiera decir García Murillo con “distinguidos”.

“Naturalmente a lo largo de los años he aprendido los enormes alcances que logran los equipos de trabajo que funcionan como un verdadero equipo. Ejercer un liderazgo responsable y maduro demanda una serie de habilidades siendo una de las más valiosas la de saber delegar las tareas y responsabilidades.

Sé muy bien, que la confianza entre los miembros de un grupo es la condición básica para alcanzar metas y objetivos. Delegar y confiar en el equipo de trabajo es una de mis motivaciones más preciadas.

Soy una persona que busca los mejores resultados que puede producir un equipo, soy tenaz, persistente y demandante en logros y labor de equipo. Convencido de que "el ejemplo arrastra", siempre he sido respetuoso de los demás y jamás he antepuesto amistad sobre la capacidad de las personas en el desempeño de tareas.” Definitivamente el ejemplo arrastra: podemos preguntarle a Beltrán Briseño si no es así.

“El relevo en la conducción de la Cineteca de Nuevo León es una decisión que he tomado de manera estudiada, analizada y consensada, a la luz de una larga serie de indicadores de desempeño, siendo uno de ellos, el de la pérdida del 26% en la asistencia a nuestras funciones cinematográficas.” Primero, que alguien le informe al sr. García Murillo que la palabra “consensada” no existe: el término correcto es “consensuada”; segundo, veremos en breve un par de documentos a fin de evaluar qué ocasionó “la pérdida del 26% en la asistencia a nuestras funciones cinematográficas”.

“La Cineteca cuenta con su presupuesto anual, mismo que siempre ha sido considerado en la planeación presupuestal, además tiene presupuestos específicos para una serie de programas institucionales (Promocione (sic), Polos Audiovisuales, Plataforma Digital Cinema México, así como para su mantenimiento y difusión, etc.).” Totalmente cierto, aunque no es menos cierto que una de las funciones primordiales del director del Centro de las Artes consiste en asignar y autorizar personalmente los presupuestos que corresponden a todas las coordinaciones que dependen directamente del Centro de las Artes, incluida la Cineteca. Es decir, independientemente del recorte presupuestal, el único responsable de la asignación o la negación de presupuesto para Cineteca se llama Jorge García Murillo: de su venia dependen toda confirmación y negación presupuestales.
Asignación presupuestal para el ejercicio 2017
de las dependencias de Centro de las Artes

“Definitivamente los comentarios negativos que se mencionan sobre mi persona carecen de todo sustento: "nunca he brincado de administración en administración", ésta tan solo es mi segunda responsabilidad en el sector público en el área de la cultura neoleonesa, siendo la primera, la Dirección del Museo de Historia Mexicana. Mi participación en el grupo fundacional de CONARTE y como consejero de CONARTE no cuenta, porque fue honoraria.” Qué bueno que la responsabilidad de la que habla es del sector público. De lo contrario tendría que explicarnos porqué dejó de trabajar en el Museo de Monterrey que, dicho sea de paso, la principal razón por la cual viajó a París en el momento de la inauguración de la bienal Femsa fue para no encontrarse con algunas personas que le incomodarían un poco con su presencia. Eso sí, se fue con un viaje pagado por el Estado; es decir: por usted y por mí. La misteriosa pregunta surge, inevitable: ¿Estará enterado Ricardo Marcos de todos estos lindos detalles? ¿Qué hace que, una y otra vez, Jorge García Murillo, siguiendo al pie de la letra la escuela de Carlos Rogelio Beltrán Briseño, vuelva a tener trabajo en la función pública? Obviamente la función pública, ya que la iniciativa privada estuvo cerca de mandarle a la cárcel.

Por último, cierra con una cita que considera pertinente de su jerarquía: "Me podré equivocar al nombrarlos más no me equivocaré al removerlos". Imagino que siente la suficiente autoridad sobre todos. Por mi parte, me siento asombrado, lo que me deja dos opciones a manera de conclusión:

- García Murillo ha alcanzado unos niveles increíbles de cinismo
- García Murillo se ha vuelto excesivamente ingenuo, por egolatría o por vivir en un mundo ficticio

Obviamente, cabe como tercera opción decir que las dos anteriores.

Y ya que andamos con citas, me parece que viene muy bien como colofón:
« No olvidemos nunca esta verdad fundamental: el estado no tiene más dinero que el dinero que las personas ganan por sí mismas y para sí mismas. Si el Estado quiere gastar más dinero, sólo puede hacerlo endeudando tus ahorros o aumentando tus impuestos. No es correcto pensar que alguien lo pagará. Ese “alguien” eres “tú”. No hay “dinero público”, sólo hay “dinero de los contribuyentes”.»
Margaret Tatcher

En el último de los casos, Jorge García Murillo, Marco Granados y todo el equipo que les circunda pueden hacer y deshacer lo que deseen, ¡Pero no con mi dinero!

Y usted, lector, ¿Cree que no le incumbe que hagan eso con los impuestos que pagamos todos los contribuyentes?

Edgar Leal