domingo, 12 de noviembre de 2017

Meditaciones sobre un pony de juguete

“El tema de este artículo es un caballo de madera completamente corriente”, dice Gombrich al inicio de su ensayo ‘Meditaciones sobre un caballo de juguete’. Un caballo completamente corriente, algo de nuestro diario vivir; un caballo completamente corriente, un concepto que cunde por las redes; ahora ya a nivel nacional. Sin embargo, es aquí donde comienza lo interesante: lo corriente transformado en sinónimo de popular: “¿Cómo nos habríamos de dirigir a él? ¿Deberíamos describirlo como una «imagen de caballo»? Los redactores del Pocket Oxford Dictionary... definen imagen como «imitación de la forma externa de un objeto» y la «forma externa» de un caballo no está aquí «imitada»”. El autor habla de un caballo de juguete hecho en casa: un palo con algo que simbolice la cabeza y quizá algunos otros detalles mínimos, como los ojos, las crines y el hocico, detalles mínimos y no incluyentes para decir “esto es un caballo de juguete”. Es decir, la imagen de un caballo no es necesariamente la forma externa de este caballo, amén del peligroso camino que tomaríamos al tratar de definir “forma externa”. La imagen de algo –cualquier algo- debe llegar más allá de “imitar su forma externa”; de otro modo cabrían tantísimas expresiones artísticas clásicas, modernas o contemporáneas. Gombrich prosigue con la búsqueda de su definición: “Representar, según leemos, puede usarse en sentido de «evocar, por descripción, retrato o imaginación; figurar; colocar semejanzas de algo ante la mente o los sentidos; servir o ser tomado como semejanza de... representar; ser una muestra de; ocupar lugar de; sustituir a». ¿Retrato de un caballo? Cierto que no. ¿Sustitutivo de un caballo? Sí. Eso es. Quizá en esa fórmula hay más de lo que parece a simple vista”. En este fragmento se dice mucho más de lo que se escribe: “colocar semejanzas de algo ante la mente o los sentidos” y “sustituir a” van infinitamente más lejos que imitar la forma externa de un objeto: esto es innegable y esclarecedor, de manera que no solo mediante el dibujo, la copia naturalista o “ingenua”, como insisten en llamarle los modernistas; “artesanal”, según los posmodernistas. Colocar una semejanza ante la mente o los sentidos adquiere una profundidad que puede llegar a lo inalcanzable. En aras de una comprensión certera, debo explicar con mayor amplitud: es posible, mediante un dibujo, trazar algunas semejanzas de un ser animado o inanimado, vivo o carente de vida, aunque de una manera sumamente superficial. Si dibujamos por ejemplo un buey una y otra vez, hasta lograr cientos de dibujos del buey, llegaremos al punto en que mediante unas pocas líneas se le pueda simbolizar, como de hecho sucedió. No es gratuito que el inicio de una era de la humanidad –cuando el ser humano aprendió a dominar la naturaleza y por ende a domesticarla, aquellos que comenzaron a crear símbolos gráficos se vieron en la necesidad de esquematizar los elementos básicos de subsistencia. El buey será el primero: egipcios, fenicios y hebreos le llamaron aleph. Los griegos, al diseñar su propio alfabeto, le cambiaron el nombre a alpha: de ahí que el alfa sea conocido como “el inicio de todo”. Como podemos ver, la semejanza no es fortuita ni gratuita, sino que una parte mínima de su “forma externa” fue sintetizada hasta llegar a una letra que hoy día seguimos usando. Sin embargo, el segundo elemento adquiere una importancia por mucho mayor que la primera. Será la utilidad del buey lo que siembre el desarrollo del lenguaje escrito, desde una necesidad primaria –sobrevivir- hasta alcanzar niveles teológicos o filosóficos. De la misma manera es que un símbolo puede llegar a alcanzar una importancia de primer orden. Esto es, el peso del símbolo depende en muy buena medida del grado en que afecte la psique de la generalidad de los individuos que pertenezcan a una comunidad. Y así es que nuestro caballito de juguete se tornó real, ya no por su forma externa, sino por su funcionalidad: un macho que enfrenta al crimen organizado, que no le tiene miedo a los malos. La imagen que se creó del entonces alcalde de García, N.L. se difundió por las redes sociales como reguero de pólvora. Aunque le falló la fórmula con el stablishment de los medios, supo pulir su imagen mediante las redes sociales a tal grado que hoy, aún siendo gobernador estatal, se sigue adjudicando el sobrenombre de Bronco. Con ese argumento, entre otros que iré puntualizando –como volverse candidato independiente-, logró su cometido: alcanzar la gubernatura. Y el proceso se puede describir de un modo simple: “Nuestra mente, por supuesto, actúa por diferenciación más que por generalización, y el niño llama a todos los cuadrúpedos de cierto tamaño «arre-arre» antes de aprender a distinguir razas y «formas»”. En este punto es necesario hacer una acotación para insistir en la formación de un criterio con miras a que el ciudadano sea un individuo capaz de elección y responsable de sus acciones. De la misma manera que un niño ve en todo cuadrúpedo un arre-arre, el neolonés común actúa con una inocencia análoga al niño que ve en cualquier animal o cosa con cuatro puntos de apoyo un arre-arre. Resulta pertinente recordar un poco al regiomontano universal, Alfonso Reyes, para hablar de un punto brutalmente negativo de la imagen del regiomontano en particular y del nuevoleonés en general: “El regiomontano cuando no es un hombre de saber es un hombre de sabiduría. Es un héroe en mangas de camisa, un paladín en blusa de obrero, un filósofo sin saberlo, un gran mexicano sin posturas para el monumento, y hasta creo, que es un hombre feliz”. Amén de la excelente labor de Reyes como helenista –resaltan principalmente y de modo magistral sus estudios sobre retórica- su mayor yerro fue tratar de describir al regiomontano cuando pasó la mayor parte de su vida en el extranjero. Similar al craso error de Octavio Paz al hablar del pachuco en el Laberinto de la Soledad, Reyes lisa y llanamente no conocía lo que se entiende por ser regiomontano en un sentido práctico y cotidiano; y cuando se decidió a dibujarlo con palabras, lo etiquetó tratando de ensalzar su afán de labor, cubriendo así al bruto con un disfraz de trabajador. Y el regiomontano le compró la idea: Monterrey votó por Madero para alcalde principalmente debido a su apariencia de discapacitado; votó también por Margarita Arellanes por ser mujer y ser atractiva, solo por citar dos ejemplos; llegaría el turno de un nuevo gobernador; aquel en quien se pudiera confiar. Alguien que no tenga miedo de acabar con el crimen organizado y que tenga toda la imagen del héroe en mangas de camisa. Nuevo paso estratégico de Rodríguez: necesito volverme independiente (de una muy dudosa independencia, pero al fin desligado o por lo menos aparentemente desligado –en esa apariencia mínima para hacer un caballo de madera- de los partidos hegemónicos. En fin, Nuevo León solicitaba un salvador en calidad de urgencia. Y se construyó el héroe: aquel que no le teme a los malitos; ese gran mexicano sin posturas para el monumento; y lo que sobrepasa el límite de lo éticamente correcto: aquel que usa la muerte de su hijo como señuelo para seguir impulsando su carrera política. En ese lindo cliché Nuevo León depositó su confianza: habiendo desmembrado la organización priísta –muchos aún dudan de la legitimidad de su separación del partido, cosa que no incumbe a las intenciones de este escrito- termina de dislocar al maltrecho aparato panista nuevoleonés al llevarse a Fernando Elizondo Barragán a su nuevo partido independiente. El mismo viejo lema “divide y vencerás” combinado con la fórmula del caballito de juguete fue más que suficiente para ganar las elecciones por una diferencia aplastante; más aún sin la presencia del PRI, especialista en la multiplicación de los peces, los panes y los votos.

Prosigamos, pues, con Gombrich, quien apunta cada vez más a una suerte de profeta de nuestra actualidad nuevoleonesa: “Primero, cabalguemos en nuestro corcel para batallar contra una cantidad de fantasmas que aún acosan el lenguaje de la crítica. Su definición de imagen implica que el artista «imita» la «forma externa» del objeto que tiene delante, y el observador, a su vez, reconoce el «tema» de la obra de arte por su «forma».” Amén de todas las linduras en las que nuestro caballito de juguete se ha visto envuelto, hay una reciente que supo “resolver” de la misma manera que se resuelve la construcción de cualquier otro caballito de juguete: el 28 de abril de 2017, el periódico “El Norte “ publicó que “La Administración estatal pretende convertir al Sistema de Radio y Televisión de Nuevo León en un nuevo organismo público descentralizado, con patrimonio propio y hasta la facultad de poder contratar deuda”. Dicho en otros términos, se publicó que la Administración Estatal busca convertir el Sistema de Radio y Televisión de Nuevo León en un organismo público descentralizado para así tener la capacidad de permitir la inversión privada. Mediante los mecanismos de un organismo público descentralizado con la capacidad de permitir esta inversión privada, obtenemos mágica y misteriosamente una inversión privada convertida en deuda pública. O dicho de otro modo, se le permite a la iniciativa privada invertir, en calidad de deuda, en la radio pública para que posteriormente el erario –los impuestos de usted y míos- pague esa deuda. Como dato relevante, cabe mencionar que apenas tres días antes – 25 de abril- el Gobierno del Estado de Nuevo León anunció a quien ocuparía el cargo de Director de Radio y Televisión de Nuevo León desde entonces y hasta la fecha de publicación de este escrito: así fue que Osvaldo Antonio Robles López apareció por primera vez en el escenario de Radio Nuevo León. Para darnos una idea clara de los personajes que se van agregando a esta historia de nuestro caballito de juguete, veamos quién es Osvaldo Robles.

Egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación por la UANL. No aparece dato alguno al respecto de su titulación, aunque sabemos de antemano que en México no suelen tomar en cuenta la seriedad de un título para fungir en prácticamente cualquier trabajo; mucho menos si se trata de un órgano de gobierno. Trabajó 16 años como reportero de asuntos políticos, seguridad e investigación en el periódico “El Norte”, perteneciente al grupo Reforma, para ser nombrado, a partir de la gestión estatal actual, como director de Enlace y Prensa de la Coordinación General de Comunicación Social. A partir del 25 de abril del presente año se anuncia el cargo que ejecuta desde el día siguiente -26 de abril-, según hace constar el portal del gobierno del Estado de Nuevo León. Dos detalles importantes brotan a la superficie, una vez que observamos el historial laboral de Robles:
- Primero, se desempeñó 16 años al servicio de un medio de comunicación privado y con tendencias derechistas, como es El Norte. Definitivamente toda persona es libre de trabajar en el medio que desee o pueda, siempre y cuando se esté actuando bajo el marco de la legalidad. Sin embargo, sí despierta una extraña suspicacia notar que después de trabajar 16 años como reportero de un medio impreso privado, repentinamente es nombrado director de Enlace y Prensa de la Coordinación de Comunicación Social; es decir: la experiencia necesaria para cubrir eficazmente un puesto de esa naturaleza, ¿quién la verifica? ¿Bajo qué criterios es que se designa a una persona director de Enlace y Prensa de la Coordinación de Comunicación Social en el gobierno del Estado de Nuevo León? Hacernos esta pregunta no sólo es legítimo, sino de alguna manera sumamente benéfico a nuestra responsabilidad como ciudadanos enterarnos quiénes administrarán los órganos gubernamentales. Y elegir a un personaje sin experiencia en comunicación de un órgano de gobierno es, cuando no una negligencia grave, una absoluta irresponsabilidad. Pensando que haya sido una decisión no muy bien pensada, apenas un año después es nombrado Director de Radio y Televisión de Nuevo León.
- Segundo, al momento de la entrada en funciones del actual gobernador de Nuevo León, solo uno de los principales medios impresos del Estado tenía un acercamiento con el mandatario: el periódico “El Norte”. También aquí podemos considerar que no es ningún delito nombrar como director de Enlace y Prensa de la Coordinación de Comunicación Social a un empleado del único medio que apoyaba la recién iniciada gestión estatal. Pero a esta altura son ya demasiadas coincidencias. Mucho más si consideramos que a tres días de la designación de Robles como director de Radio y TV NL surge, inesperada, la propuesta de convertir la Radio estatal en un organismo público descentralizado; peor aún: sin un consejo ciudadano que avale la transparencia de las decisiones gubernamentales que repentina e inesperadamente se propusieron.

Con un panorama claro, resulta más fácil ver los detalles que a simple vista no se aprecian. Si revisamos todo lo que acabamos de leer, llegamos a la conclusión que algo parece estarse tejiendo, se vislumbran una serie de posibilidades de acción y acomodo de las piezas. Por lo pronto y en virtud de la longitud de los contenidos, llegamos, por hoy, hasta aquí.

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